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Opinión

Estrellas de agosto

España está de la mano de Dios, pero Dios debe estar que trina con esta España, así que mejor reservar la oración para pedir la prioritaria misericordia

Lunes, 12 de agosto 2024, 05:30

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Aquí donde ustedes me leen, amanezco ojerosa y exangüe. Toda una noche he pasado contemplando las Perséidas. Lo de contemplar es un decir porque se parece más bien a una cacería. Son tan raudas esas partículas de polvo de la estela del cometa Swift-Tuttle, en su orbita alrededor del sol, que apenas alcanzo a formular un deseo por cada una que diviso, con la esperanza de que la estrella de agosto se ocupe de cumplirlo. Acudo a las lágrimas de San Lorenzo escaldada de tanto invocar en vano a la razón y a la responsabilidad. Ese camino no parece llevar a ninguna parte en esta España que es engañada porque quiere, que parece haber sido engendrada para tragar todo lo que le echen y que no atiende a más argumento que la paguita cortoplacista. Un poco desesperado, la verdad, aferrarse al clavo ardiendo de la superstición. Pero no queda mucho más, cuando nos abandonan la defensa de la ley y de las instituciones. España está de la mano de Dios, pero Dios debe estar que trina con esta España, así que mejor reservar la oración para pedir la prioritaria misericordia y encomendar el resto de asuntos patrios, bastante más secundarios, al paso del cometa. Y como las estrellas fugaces no son estrellas, pero sí son fugaces hasta el extremo, no es aconsejable esperar a verlas caer para pensar después en el deseo. Novata en la materia, a mi no me daría tiempo. Carezco de la nigromántica agilidad necesaria. Por eso yo, anoche, cuando acudí a la carretera de Ledesma con el termo de café y la silla plegable, llevaba ya mi lista de deseos elaborada.

Avanzo de antemano que no pedí que detengan a Puigdemont. El tipo está demostrando una sinceridad y una sencillez que se agradecen en la escena política. Sabíamos todos desde antes del verano que había pactado con Sánchez su aparición en Barcelona y el tío cumplió el guion con celo y generosidad de insultos. Y no quiero pedir su detención porque el esperpento que es capaz de desplegar en libertad está finalmente abriendo los ojos al resto de Europa sobre lo que en verdad es el separatismo catalán, un movimiento de burla de la ley y de escapismo hacia adelante. No, mejor que siga suelto, mostrando al mundo la inoperancia del gobierno. Además, cuando se trata de formular deseos, es crucial el orden de prioridades. Y lo más urgente ahora mismo es un autobús. Cortado ese cordón umbilical con Madrid a partir de la próxima semana, Salamanca queda a la deriva. Que a fecha de hoy, en pleno mes turístico de agosto, no sea posible comprar un billete de autobús, sería motivo suficiente para la dimisión del ministro de Transporte, que por su parte se dedica, indolente, a jugar al golf. No hay deporte más socialista y progresista que el golf, pero esa es otra historia que merece ser contada en otra ocasión. ¿Es tanto pedir que Puente trabaje un poco? ¿Tanto que estaré yo sobrepasando la capacidad de las Perséidas? En su favor cabe sólo mencionar que no es ni mucho menos es único que cierra y cuelga sus responsabilidades institucionales en favor del asueto. ¿Pues no he intentado hablar con el director del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León para escribir un artículo en una revista especializada, uno de esos artículos que proyecta el Musac más allá de las fronteras y prestigia el museo regional, y no ha sido posible localizarlo ni siquiera a través de la Consejería de Cultura de la Junta? ¿Pero cuánto le estamos pagando a toda esta gente? Me temo que, si vamos uno por uno, no hay Perséidas suficientes para desear que empiecen a mover el pandero. Que le pregunten a los camareros, a cuarenta grados en las terrazas de la Plaza, y a los empleados que dedican su mejor sonrisa a los turistas que visitan nuestros museos y patrimonio, si se trabaja en agosto.

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