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Opinión

La potra y su mensaje

Simplificar es la clave. El potente mensaje de empoderamiento ya estaba en la canción original. Faltaba el efectivo chunda chunda

Viernes, 19 de julio 2024, 06:00

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Fernando Moreno parece un tipo simpático. Tiene aspecto de ciudadano random, en el que uno no se fija por la calle. Mediana edad, barbita estándar y gesto alegre. Fernando trabajaba hasta hace muy poco en una empresa de maquinaria en un polígono industrial de Teruel, y hasta este dato nada apuntaría a que podría acabar siendo protagonista de una columna de prensa. Pero la pasión de Fernando desde es pinchar música, algo que viene haciendo desde sus 16 años en bodas, fiestas y todo tipo de eventos. Hace más o menos un año encontró una canción grabada en 2021 por una chica de un pueblo segoviano y comprobó que aquella voz apasionada y esa poderosa letra reivindicativa que había sonado en el 8M despertaba algo en la gente que bailaba en la pista. Y tuvo una idea.

Así empezó la historia de «Potra salvaje», el pelotazo de Isabel Aaiún que está arrasando en todas las fiestas de este verano. Su protagonista en la sombra se puso a practicar lo aprendido recientemente en un curso de producción musical y se lió la manta a la cabeza: tras contactar con los autores y solicitar los permisos, transformó aquella especie de vals en hit maquinero y voilá, impacto viral y el éxito. Se bailó en la celebración de la Champions del Real Madrid y en la del ascenso del Espanyol, sonó en partidos de Alcaraz, lo petó en los Sanfermines, en La Velada del Año y en el set list de DJ Morata durante la concentración de la selección en la Eurocopa. Tres años después de ser editada, una canción de una artista principiante es el imparable temarraco de las fiestas de verano.

¿Cuál es el secreto? Pues vaya usted a saber. Dijo Isaac Newton que «La verdad siempre se halla en la simplicidad y no en la multiplicidad y confusión de las cosas» y de un tiempo a esta parte, la gente no está para desentrañar mensajes complicados. El mensaje más directo y simple es lo que mejor conecta con la voluntad de la gente. Por ejemplo, si un partido político quiere ganar unas elecciones, no hace falta buen programa con profundos estudios que alumbren las reformas necesarias. Basta con lanzar al aire unas cuantas utopías atractivas que convenzan al personal aun a sabiendas de que serán irrealizables. Ya tendremos tiempo que buscar excusar para justificar que aquello era imposible de hacer. Los expertos de verdad ya no se dejan engatusar y las candidaturas reúnen en cambio a vendedores de humo, a flautistas de Hamelín fieles a la ortodoxia de las siglas. Y si cuentan con soltura verbal para atizar con gracia al oponente y cierta presencia física, la capacitación para un aspirante a gobernar se hace absolutamente innecesaria.

Simplificar es la clave. El potente mensaje de empoderamiento ya estaba en la canción original. Pero Fernando Moreno cambió el clásico ropaje de violines de la potra por un efectivo chunda chunda, o como denomina el novel productor, «hard techno». Mucho más práctico –y barato- para los conciertos en directo: en el escenario de la fiesta de la Cibeles vimos por la tele a Fernando, feliz como una perdiz turolense, apoyando con la base musical de su PC la interpretación de Isabel Aaiún.

Hoy día no tenemos tiempo ni capacidad de atención para apreciar mensajes complicados. El virtuosismo y la erudición en el ámbito que sea están sobrevalorados: donde esté un buen zasca se hace innecesario el debate. Miren, si tienen dudas, lo que ha pasado en EEUU: cuatro meses antes de las elecciones presidenciales de noviembre, un disparo de un chaval desequilibrado y unas fotos pueden haber zanjado la incertidumbre. Ya tenemos a un héroe superviviente que escapó de muerte y aprieta el puño gritando a los suyos «¡Fight! ¡Fight! (Lucha! Lucha!). Un potro salvaje que en el oleaje no pierde el sentido. ¿Qué más necesitan en «iuesei»?

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