Borrar
Opinión

1994: El sueño del mar

Se declaró la libertad para soñar a lo grande con rentabilizar Vega Terrón. Pero 30 años después, el negocio lo explotan otros

Martes, 20 de agosto 2024, 06:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

Recuerdo que llegué al punto de encuentro en mi Seat Ibiza entre emocionado e ilusionado. El madrugón había sido importante. El viaje desde la capital me habría llevado como hora y media, y la cita era a las nueve. Aquella mañana de junio salió agradable, fresca y soleada. Y el plan era fascinante: íbamos a navegar desde Salamanca hasta el océano Atlántico, algo que nunca pensé que pudiera ser posible. Pero sí que lo era.

Hace 30 años que la Cámara de Comercio e Industria organizó una expedición de dos días que pretendía ser histórica. La iniciativa buscaba dar visibilidad a las posibilidades turísticas y comerciales del cauce navegable del Duero en su tramo portugués hasta el límite con Salamanca. Y en el horizonte, un sueño: atraer inversión e iniciativas empresariales a los deprimidos territorios de la Raya portuguesa. Para ello, la institución que por entonces presidía Pedro Díaz Mesonero invitó a todas las fuerzas vivas de Salamanca, desde el alcalde, el presidente de la Diputación, el delegado territorial de la Junta, dirigentes empresariales y otros mandamases, cónyuges varios y un selecto grupo de periodistas entre los que tuve la suerte de ser invitado. El fin de aquel crucero fluvial era concienciar de las posibilidades de una ruta alternativa de mercancías más económica que la carretera y divulgar asimismo las enormes posibilidades que ofrecía el cauce del Duero como producto turístico desde Vega Terrón hasta Oporto.

Tres décadas después, el Oeste salmantino sigue languideciendo pese a los esfuerzos de instituciones como la Diputación para invertir la evolución de los datos socioeconómicos. Proyectos como la ruta del Camino de Hierro sobre el antiguo ferrocarril de La Fregeneda están acercando a muchos salmantinos y veraneantes a uno de los rincones más mágicos que atesora la provincia, pero el muelle de Vega de Terrón sigue siendo, para lo bueno y para lo malo, un remanso de paz, solo alterado por los barcos que explotan cuatro empresas extranjeras y que el año pasado trajeron a la capital a 67.000 visitantes que llegaron, vieron, comieron, tomaron sus fotos y se marcharon.

No era esa la idea. Al menos no es lo que soñó el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli cuando ya en 1581 presentó al rey Felipe II un ambicioso proyecto de navegación de los principales ríos de la península ibérica , entre los que se detallaban las posibilidades de navegación fluvial del río Duero para transportar las mercancías de otras regiones de Europa, de las Indias, China y África hasta las ciudades del interior especialmente a la Corte de Madrid.

En estos cuatro siglos y medio, la historia conocida atestigua el florecimiento del transporte de cereal y vino aguas abajo del Duero impulsado por los dos estados ibéricos y la posterior competencia del ferrocarril, que hizo languidecer esta navegación artesanal. Es destacable la visión que tuvo Portugal al levantar sus cinco presas hidroeléctricas incluyendo exclusas para que los barcos salvasen el desnivel. Después llegó la construcción del muelle en la orilla salmantina de la desembocadura del Águeda, una obra que se eternizó y no pudo ser rematada hasta los noventa. Se declaró entonces la libertad para soñar a lo grande con rentabilizar Vega Terrón para el beneficio de Salamanca. Pero 30 años después, el negocio lo explotan otros.

Conservo un gran recuerdo de aquel fin de semana, muchas fotos y un vídeo especial plagado de momentos divertidos que grabó el eterno secretario de la Cámara de Comercio , Gabriel Hortal, que nos dejó la pasada semana. «Ese no deja la Cámara ni cuando está de viaje», le decían entre risas. Él sí que disfrutó ese fin de semana de junio.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios