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Llegamos a la polémica de las macetas de Gulliver con más de una década de retraso. En León se acordaron de la obra satírica de Jonathan Swift y las bautizaron así. Las colocó el PSOE en 2010 en lugares tan céntricos y emblemáticos como la plaza de Regla junto a la Catedral, la plaza de don Gutierre o en la zona de Botines. Vamos, más o menos, como ha hecho aquí el Ayuntamiento de Salamanca. La idea de los socialistas, que acababan de llegar al poder después de muchos años de gobierno popular, era llamar la atención y dar una imagen de una ciudad más divertida y abierta. Y además, según contaban, la instalación corría a cargo de la empresa concesionaria de jardines y se lo hacía gratis. Una bicoca. Pero llegó el cambio de gobierno en el municipio leonés y a los populares no les gustaban las mastodónticas macetas, que acabaron primero en el depósito y después colocadas en lugares con una estética más moderna como en las inmediaciones del Musac.
En 2019 se colocaron otras similares en Astorga, arrimadas a la Catedral también, con el objetivo de «embellecer» la zona. Dos años más tarde se vieron tiestos de tamaño parecido en Mallorca. En Berriozar, una población cercana a Pamplona, y en Barakaldo florecieron poco después. Y hace apenas un par de años aparecieron en Valladolid dentro del proyecto URBAN 'GreenUp'. Aquí las llamaron módulos polinizadores del corredor verde que buscaban la dispersión de los insectos y las aves pucelanos en el centro de la ciudad. Bonito propósito.
Hasta en Santa Marta de Tormes se emplazaron hace unos años tres en la entrada de la Isla del Soto. El concejal de Comercio de la localidad dijo en la presentación de las colosales macetas que con su instalación se pretendía potenciar el comercio local -sí, como lo oyen- y que, gracias a ellas, se iba a transmitir que el municipio trastormesino se caracterizaba por su dinamismo. Poco menos que iban a resolver todos los problemas que aquejaban a la localidad.
Y es que estos tiestos de gran tamaño, que tanto molestan a los socialistas salmantinos, a entidades como Ciudadanos en Defensa del Patrimonio y a unos seiscientos y pico vecinos que han firmado contra su instalación en céntricas calles de la ciudad, sirven para un roto y para un descosido. ¿Quieres dar una imagen de ciudad moderna? Macetón. ¿Buscas potenciar el comercio local? Otro macetón, este de color rojo chillón. ¿Pretendes reducir las partículas de polvo, los ruidos y el efecto isla de calor que se produce en el centro de Salamanca como consecuencia de años de política del granito? Macetones a tutiplén. ¿Deseas que vengan más visitantes a la ciudad y aspiras a un turismo de compra, como se dice ahora? Macetones de colores. ¿Ambicionas que Salamanca llame la atención en redes sociales? Más macetones. ¿Ansías convertir las calles del centro en una orgía polinizadora? Macetón, no se me ocurre otra cosa.
A ver, que esto de las macetas puede estar bien. Pero si quieres potenciar el comercio local hay que favorecer aparcamientos económicos para que el ciudadano se acerque al menos con la misma facilidad que lo hace a un centro comercial. Si buscas hacer una ciudad más amigable desde el punto de vista medioambiental, hay que ser valiente, quitar granito y levantar jardines. Pero parques con plantas que luego se mantengan, no como los que hay en muchos barrios, que están dejados de la mano de Dios. En algunos, los insectos ni polinizan. No se atreven.
Pongamos cada cosa en su sitio y si queremos llamar la atención busquemos otros elementos en los que se nos vaya un poco menos la cabeza que con las macetas de Gulliver.
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