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Debe andar preocupado Florentino Pérez. Y no tanto con las extravagancias de Vinicius, ni con la lenta adaptación de Mbappé al equipo, ni siquiera con que el máximo rival, con unos cuantos chavales, les saque cuatro puntos en apenas cinco jornadas. No, al presidente del Real Madrid lo que realmente le quita el sueño es que se haya visto obligado a cerrar el Bernabéu a conciertos multitudinarios por lo menos hasta el mes de abril. La imagen de la faraónica obra de un estadio que iba a marcar un antes y un después en los ingresos del club, por los suelos. Los vecinos de la zona, con sus quejas por los ruidos que producían las actuaciones, han doblegado al todopoderoso magnate de la construcción. Y los artistas de prestigio no están dispuestos a que les pase lo mismo que hace unos días le ocurrió a Aventura, el conocido grupo bachatero de Romeo Santos, al que pusieron el volumen tan bajito que casi no se oía. Medidas correctoras de última hora para intentar no tener problemas. Así, como lo oyen.
Pero no hace falta irse a la capital de España para encontrar un escenario de envergadura patas arriba. Nosotros tenemos el nuestro, el que está en la carretera de Zamora. Un poco antes de llegar a Villares de la Reina.
El Helmántico, que tantas noches de gloria hizo vivir a los salmantinos durante las últimas décadas, sobrevive a base de parches. Seguro que recordarán que el Ayuntamiento de Villares tomó la decisión de clausurarlo meses atrás porque el club se ponía de perfil ante los continuos requerimientos para actualizar la situación legal del histórico recinto. A los hombres de Lovato no les quedó más remedio que hacer caso. Trabajaron a regañadientes y en mayo pasado recibieron otro requerimiento que amenazaba al club con una nueva clausura, justo a las puertas de que el equipo disputara el playoff de ascenso. Luego tocó correr para sanear y limpiar el estadio. Así hicieron ver a los técnicos municipales que el coliseo estaba en perfecto estado de revista. Y se consiguió el ascenso a Segunda Federación.
La euforia vino acompañada de un acuerdo entre el mexicano y un grupo de ejecutivos que, tras ayudar a resolver los problemas anteriores, se hicieron con la dirección del club. Querían no solo adecentar el Helmántico, sino convertirlo en un recinto para albergar conciertos e incluso levantar un museo de la UDS.
Su primera decisión fue cambiar el césped. El reencuentro con la afición en competición oficial después del verano, en plenas Ferias y Fiestas, no pudo ser más catastrófico. Las numerosas y extensas calvas sirvieron de mofa hasta en diarios deportivos nacionales. Allí no se podía jugar al fútbol. Y encima el Racing de Santander B le endosó un 0-3. Había que buscar una solución. Y solo quedaban dos semanas para el siguiente partido en el Helmántico. No queda otra que jugar en las Pistas. Hace unos años, los más ultras del Salamanca UDS calificaban de «pisteños» a los aficionados de Unionistas por jugar allí. El mantra...
Pero si el césped no drena bien, parece que las relaciones entre los nuevos directivos y el dueño del club tampoco fluyen. Lovato ya ha dicho que hasta el mes de abril -¿qué tendrá ese mes para los dirigentes futbolísticos?- no esperen que ponga un duro. Es decir, que no pagará nóminas ni a los proveedores. Ante tal situación, el director general y sus gestores acaban de lanzar un órdago: ellos se hacen cargo de esos impagos siempre y cuando tengan total libertad para llevar las parcelas administrativa, económica y social del club. Es decir, si Rafa Dueñas no toca nada. Y en lo que se deciden unos y otros, el Salamanca UDS continúa patas arriba.
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