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Opinión

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A Tudanca, que tiene mermadas sus capacidades de liderazgo, se le va a hacer hasta corta la legislatura de Mañueco

Miércoles, 4 de septiembre 2024, 06:00

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Pedro Sánchez ha puesto fecha de caducidad a Luis Tudanca, el secretario general del PSOE de Castilla y León. Los «barones», los pocos que quedan, se han rebelado ante las estrategias sanchistas para seguir en Moncloa cueste lo que cueste y a costa de los españoles que no viven en Cataluña, pero eso lo pueden hacer los que tienen mando en plaza, como Page o Lambán, pero no es el caso de Luis Tudanca, que es el eterno perdedor.

Ni corrupción familiar ni corrupción política, Sánchez está dispuesto a vender a quien haga falta por el poder y ha convocado a los suyos antes de tiempo para cortar la cabeza de los infieles, entre ellos el «baroncillo» castellanoleonés.

Como dice un socialista de los de toda la vida, lo curioso de Sánchez no es que se equivoque hasta cuando rectifica, que es continuamente. Lo curioso es que está rodeado de bulldog capaces de meter miedo hasta a los jueces que citan como investigada, antes imputada, a su mujer Begoña Gómez o a su hermano, que trabaja a distancia desde el vecino Portugal como músico de la Diputación socialista de Badajoz. Sin duda el país luso es muy atractivo desde el punto de vista fiscal para las grandes fortunas. Por lo que se ve el hermanísimo es de los que tiene posibles.

Pedro ostenta y ejerce el poder, anuló la capacidad de rebelarse a los miembros de la Ejecutiva cuando volvió después de que le echaran y en la dirección del partido solo queda ya la corte de aduladores, entre ellos el chavista Zapatero y el ministro de los siniestros en el Transporte, que no tienen buena relación con Tudanca, por lo que su continuidad tras el congreso, adelantado posiblemente a principios de año, será harto complicada.

El PP, además, está dispuesto a que el pobre Tudanca se retrate públicamente por si Sánchez siente la tentación de perdonarle la vida política. Mañueco anunció ayer que presentará una proposición no de ley en las Cortes sobre el espinoso asunto de la financiación autonómica que privilegia a Cataluña en contra de los intereses del resto. Mal asunto para el secretario general de los socialistas de Castilla y León que, ayer cuando se enteró de que el señor Sánchez adelantaba los congresos, salió raudo y veloz a decir que la militancia es la que tiene la última palabra. Bien sabe él que Pedro no lo salva, pero desconoce que los militantes estarán con el que gana y él lleva diez años como un perdedor empedernido y su jefe pierde, pero Gobierna.

A Tudanca, que tiene mermadas sus capacidades de liderazgo, se le va a hacer hasta corta la legislatura de Mañueco.

David Serrada, sin embargo, va a tener más suerte. Es tan oficialista que ha hecho del zafarse toda una virtud para su supervivencia política. El secretario provincial del PSOE es el que mejor interpreta los argumentarios que salen de Ferraz o de Moncloa. ¿Qué opina de la financiación singular para Cataluña? Pues seguramente intentará convencer al auditorio que lo escuche que no es un problema específico de Salamanca, que desde luego tiene otros muchos como la sanidad, la educación… y que lo que pretende Sánchez es mejorar la financiación a todas las comunidades, incluida Castilla y León.

Serrada es un sanchista de raza, de manual. Si puede se escaquea de los problemas, pero cuando tiene que hablar nunca defrauda a Pedro Sánchez, aunque en Salamanca pierda elección tras elección y esté enfrentado a una parte de los cargos públicos. El diputado está salvado y seguramente por incomparecencia de un adversario que le pueda hacer sombra en el congreso provincial.

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