Indecente
No estoy decepcionada con el «okupa» de La Moncloa. Estoy indignada por tenerle que pagar las tropelías a él y a su banda
Me voy a declarar insumisa fiscal y que me llame María Jesús Montero, la ministra encargada de «meter» la mano en nuestras carteras, y le explicaré mis razones y mi indignación, que creo que es compartida por millones de españoles. No estoy dispuesta a pagar con mis impuestos los vicios repugnantes de sus compañeros del partido sanchista-socialista.
Lo siento, pero justo ahora que tenemos que hacer la declaración de la renta ante Hacienda, justo en estos momentos es sangrante que buena parte de nuestro sueldo sirva para sufragar las «Jesicas, Ariatnas, Carlotas, las rumanas o las colombinas», las prostitutas con las que esta banda de sinvergüenzas y degenerados satisfacían sus instintos más básicos como si fueran animales, usando a mujeres como meros objetos de usar y tirar.
«Soy feminista porque soy socialista», decía en 2020 el ministro de Transportes, el «todopoderoso» secretario de Organización del PSOE, la mano derecha de Pedro Sánchez en el partido y en el Gobierno, su compañero de andanzas en el viejo Peugeot con el que recorrieron España engatusando a los socialistas con ese mantra de que ellos eran «limpios» y querían un partido «limpio».
Ah claro, que lo de Ábalos no eran prostitutas, eran sobrinas o amigas. Y para el presidente del Gobierno los garbanzos negros de la corrupción y el escándalo se reducen a tres casos o incluso dos, porque Koldo, que también hizo kilómetros con él, ni era de su confianza ni era su amigo. Reniega de él, como pasado mañana hará con todos esos palmeros y sumisos que le animan a resistir.
Lo de Sánchez me suena bastante a lo que decía Fernando Simón cuando estalló la pandemia: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado». Han fallecido más de 121.000 personas y más de 14 millones se infectaron.
Pues parece que el virus del PSOE y del Gobierno es algo parecido a la pandemia de 2020. No hay nada que esté sano después de su manoseo.
Él llamó indecente a Marino Rajoy. Indecente es todo lo que ha hecho este señor desde que llegó, primero al partido con un pucherazo, presuntamente, y después al Gobierno, saltándose la ética y sus promesas a los ciudadanos, a los que nos dijo que no gobernaría con Podemos, que no indultaría a los delincuentes, que no habría amnistía para los golpistas y que sería el presidente más limpio.
No hace falta recordar que tiene al hermano y a la mujer imputados y que sus más estrechos colaboradores, los que manejaban los hilos del partido y del ministerio más inversor de todo el Gobierno, «amañaban», presuntamente, contratos de obras públicas para repartirse el dinero entre sus bolsillos y no sabemos si también se destinaban a financiar el partido. Ni siquiera la alegre Alegría, la ministra portavoz, se atreve ya a decir si no habrá más nombres o incluso el propio presidente, implicados en la banda corrupta del sanchismo.
Sus actos en estos seis años de Gobierno demuestran, lamentablemente, que es el presidente más inmoral, más indecente y más sinvergüenza de cuantos hemos tenido en democracia. Y no lo digo yo. Todos estos calificativos, que quizá se queden cortos, son compartidos por millones de españoles, incluidos muchos de sus votantes y muchos de los medios de comunicación más afines.
Yo no estoy decepcionada con el «okupa» de La Moncloa, porque qué se puede esperar de un tipo que ha mentido sin ningún rubor desde el primer día. Estoy indignada por tenerle que pagar las tropelías de él y de su banda.
E intenta sortear la corrupción y acallar las críticas poniendo en la dirección del PSOE a la gerente, que también aparece en el informe de la UCO. Es tanto como meter a la zorra a cuidar el gallinero.
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