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OPINIÓN

Un cerdo de manual

Se empieza por demonizar al que tiene una ideología diferente y se acaba por tolerar y tapar al degenerado o al pervertido

Miércoles, 30 de octubre 2024, 11:59

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Errejón es un cerdo de manual, como lo es Pablo Echenique -el de «Chúpame la minga Dominga…»- o como lo es Pablo Iglesias, el fundador de Podemos, que cuando era el «macho alfa» escribió sobre Mariló Montero, en el chat de Telegram, que la azotaría hasta que sangrara. Dio señales antes de llegar a La Moncloa y asaltar los cielos, sobre todo en las ruedas de prensa, con las periodistas que eran críticas con su ideología política.

Lástima que muchas mujeres de la izquierda hayan obedecido de forma sumisa y humillante, a pesar de sus comentarios machistas y denigrantes. El comportamiento de los «errejones» ha sido el de muchos machos alfa. Pero el pecado capital de la izquierda se ha agravado porque, además, ha abanderado, de forma excluyente, el feminismo del «solo sí es sí», que debe ser para todos menos para ellos, que se pasaban todo lo que querían con el pensamiento, con las manos y con todo lo que podían.

Sin embargo, la mansedumbre de la izquierda callaba cuando una mujer denunciaba las agresiones «verbales» de alguno de sus machotes. Miran para otro lado cuando uno de los suyos le toca el culo a una mujer y se indignan porque un hombre le cede el paso o la piropea con respeto

Con Íñigo Errejón han hecho lo mismo. Han mirado para otro lado cuando alguna mujer, encima de su círculo feminista, ha denunciado su comportamiento de depravado sexual con cara de niño que se ha tragado una magdalena de la abuelita Carmena.

Pues el ya exportavoz del grupo parlamentario Sumar, antes Podemos o como se llamen, era desde hace años, seguramente, un guarro con comportamientos primitivos y trogloditas. Un personaje que parece que ha evolucionado escasamente, en cuanto a su comportamiento sexual se refiere, de los primates. Una forma de actuar que parece que aderezaba, además, por algún tipo de «problema personal de otra índole», como dijo a modo de excusa el lunes la impoluta e insolvente ministra de Sanidad, Mónica García. Ese «problema de otra índole» parece que le ayudaba a desinhibirse absolutamente, cual animal irracional retozando en el campo.

Alguien ha apuntado a las drogas o al alcohol, adicciones que sirven como excusa a algunos machos alfa para tener conductas indecentes. O son tal vez los argumentos de alguien que se está buscando una coartada para aminorar la pena. Pero hay dos opciones: o se reinserta en la cárcel o se reinserta con un tratamiento médico o psicológico, pero está claro que estos personajes no están adaptados a vivir en sociedad, respetar las normas y comportarse como animales racionales y no como animales con instintos primarios.

Esto no se arregla con un cursito, como han propuesto las pancarteras del Gobierno de Pedro Sánchez. Quizá ellas sí deberían aprender a respetar los valores de los que no pensamos como ellas, a tolerar al diferente, también al que no tiene la misma ideología y fundamentalmente, a la persona, con independencia de que sea de izquierdas o de derechas. Porque se empieza por demonizar al que tiene una ideología diferente y se acaba por tolerar y tapar al degenerado, al pervertido o al corrompido, siempre y cuando tengan el carné de la izquierda.

Cerdos de manual hay en todos los partidos políticos y fuera de la política. Lo que ocurre es que el partido o los partidos de Errejón y de sus socios son los encargados de repartir los títulos de buenos ciudadanos, de respeto al otro, a la diversidad y los autores de los géneros inclusivos, incluidos los ataques al diccionario, para parecer más progresistas. Háganselo mirar y denuncien los comportamientos de los cerdos, vengan de donde vengan.

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