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Si el 2023 se fue con nieblas, el 2024 ha empezado con fríos despejados pero con despedidas muy tristes como la de César Alierta, un humanista cristiano, forjado en lo mejor del pensamiento empresarial y lo mejor del individuo. Su sabiduría para conjugar ambos aspectos, le valió para insuflar lo principal a sus empresas y que ello repercutiera en su país.
Era un hombre para escucharle y aprender. Si Rajoy hubiera escuchado un poco más algunas de sus propuestas, España no estaría tan expuesta a las inclemencias de las «bajas presiones sanchistas», cuyas «isobaras-sueños» nada tienen que ver con las del país, sino más bien con sus ambiciones personales que solo nos van a llevar a cabalgar por unas desigualdades galácticas e impensables hace bien poco. Dice mi amigo Javier Ybarra que «si un socialista madrileño de 1978 se despertara en 2024, únicamente reconocería al Real Madrid y los políticos actuales le parecerían mercaderes que comercian con los bienes ajenos». Alierta fue el ejemplo de conjugar lo mejor de los que formaron parte de su propia historia cuando convivió con personalidades de la talla de Ramón Carande, Gonzalo Anes, Gregorio Marañón, Alfonso de Otazu o Luis Solana. Él era consciente, como buen empresario, que cuando las cosas suben mucho de temperatura, para poder caminar con sabiduría primero hay que enfriarlas. Ojalá Sánchez supiera cómo enfriar el calentamiento global de nuestro país, ese que casi de forma unilateral ha propiciado y que nos va a quemar a todos. El problema es que Pedro… no es César. Este ojo que observa ve en la actitud del PSOE salmantino una manera de sumar en nuestra ciudad. Al final las buenas decisiones no deben ser partidistas pues nos repercuten a todos, seamos de un pensamiento político o de otro. Si no se camina en la dirección del bien común, todos salimos perjudicados. Para determinadas cosas hay que actuar en conjunto, teniendo un mismo discurso y exigiendo lo mejor para la ciudadanía. Reconocer todos los partidos salmantinos que hemos sido traicionados por la compañía pública y el Ministerio de Transportes y reconocer que hay mucho mal hecho y otro tanto que nunca llegó… es un gran paso. A la convocatoria de la protesta del día 21, el ir todos unidos es fundamental. O sumamos fuerzas y somos todos uno o no nos harán ni p… caso.
La marginación ferroviaria que sufre nuestra provincia es inexcusable e incontestable. Salamanca sin comunicaciones ferroviarias bien planificadas y sin bloqueos, no puede competir con otras zonas para atraer congresos, turismo y estudiantes de otras partes del territorio peninsular. Somos una ciudad que está preparada para poder ser referente de muchos sectores económicos, pero si nos ponen palos continuamente…
Por eso lo único que nos debe de unir a todos es «Salamanca» sin distinción de colores: ni azules, ni rojos, ni verdes, ni morados.
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