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Mientras que se nos inculca desde pequeños la máxima de que nuestras acciones siempre tienen consecuencias, hay otra parte de la realidad política, que parece enviar un mensaje totalmente contrario a este principio. En España hay determinadas posturas políticas que lo que están enviando, con sus actitudes y sus acciones amen de sus palabras, es un mensaje cuya pretensión es hacernos creer que al final nunca pasa nada, que en política todo se supedita al fin y que en definitiva, el fin justifica los medios. Este principio por supuesto sólo es aplicable a una parte del pueblo, porque luego para el pobre ciudadano de a pie, la ley cae con todo su peso y su rigidez. Pues no, eso no es así.
Este ojo que observa se siente defraudado ante la desigualdad de criterio y justicia, según dependa de quien venga o a quien se imponga. Incumplir obligaciones constitucionales, decir digo donde antes dijeron Diego, tener memoria de pez e intentar hacernos comulgar con ruedas de molino, es un insulto y nos daña el intelecto a muchos. Me siento como si lo que hoy estamos viviendo fuera una imagen invertida de lo que en realidad pasamos en España, tanto en el País Vasco con ETA o lo que vivimos con el golpe de Estado en Cataluña, y que una parte de nuestros políticos nos estuvieran obligando a la observación de una imagen invertida e irreal. Quieren que nos convirtamos en ese espectador que admiró durante más de 70 años la obra del pintor holandés Piet Mondrian «New York City I» expuesta del revés durante todo ese tiempo, sin que nadie, hasta la fecha, se hubiera dado cuenta. Pero nosotros somos muchos los que sí nos hemos dado cuenta, de que nos han cambiado la dirección del cuadro. Qué pretenden ¿hacernos pensar que no sabemos mirar? ¿Realmente importa? Pues claro que importa, pues a eso siempre se le ha llamado manipulación y alterar la Historia real de lo acontecido. Sembrar la duda en una parte importante de la población y alterar el criterio de las cosas, es signo absoluto de las dictaduras que manipulan los mensajes para buscar el beneplácito de las acciones que llevan a cabo, buscando su objetivo y no la objetividad.
Ese afán de alterar el enunciado y los datos del problema, sólo busca un resultado «ad hoc» a los intereses partiditas de unos cuantos.
Por supuesto que pasan cosas y si hay un criterio formado e informado, no manipulado, el espectador debería ser consecuente con la verdad. Muchos de ustedes se preguntarán ¿qué verdad? Pues esa verdad que es la coincidencia entre una afirmación y los hechos, o la realidad a la que dicha afirmación se refiere. Quienes tengan dudas infórmense, vayan a las hemerotecas, lean lo que ocurrió y creen su opinión, la suya, la que concuerda con los hechos y luego…no dejen que nadie les manipule.
Las cosas no son como parecen, las cosas… como son. Punto y final.
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