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Y la Semana Santa se fue sin darnos cuenta y tras las lluvias, que han puesto el campo reventón, huele a hornazo. Este ojo que observa, cuando acude a la cita del artículo, siempre intenta comentar aspectos que le preocupan. Pero hoy ha decidido escucharles a ustedes, intentando bucear en las cuestiones que se hacen eco en la calle y pongo el oído, en vez del ojo… me encuentro con una realidad extraña. Las preocupaciones generales son muy particulares; en el fondo la preocupación fundamental va ligada a las problemáticas diarias de cada uno. No encuentro un sentimiento crítico generalizado de nada, siempre hay excepciones, por supuesto, pero para la gran mayoría su preocupación es «¿qué hay de lo mío?». Tal vez la sociedad ha perdido ese sentido de grupo a la hora de enfrentarse a los problemas que nos acechan. La gente joven bastante tiene con ubicarse en un mundo complicado, muy competitivo, con relaciones personales instaladas en el «no compromiso»: «hoy contigo mañana, ya veremos»; y cuando una pareja decide formalizar su futuro, crear una familia y tener hijos, hay una parte que les tacha de locos. Con estas mimbres como para hacer cestos. Mientras tanto los emigrantes afincados en nuestro país son los únicos que no temen, ni a tener hijos ni a enfrentarse al futuro. Así las cosas, pronto lo nuestro, será de ellos. A los mayores sí les preocupan más los aspectos generales, pero siempre desde la tertulia y el debate, con lo que al final todo se reduce a un café o a unas cañas en función de la pensión y los gastos fijos, que aumentan a más ritmo que su pensión.
De los jóvenes adultos ¡qué decirles! imbuidos en una vorágine de trabajo inestable y pensando en un cambio laboral que les mejore, esperando la declaración de la renta, pensando en cómo abordar esas vacaciones de verano… como para pensar en otras cosas de política, economía general, situación internacional…
Menos mal que huele a hornazo y aunque la predicción del tiempo podría ser mejor, nos conformaremos con que no llueva y nos permita disfrutar de una tarde con sabor a primavera. Tal vez la felicidad sea pensar poco y mirar en corto, no lo sé, ustedes evalúen. Mientras tanto pensemos en la tarde del Lunes, en esa reunión de amigos que comparten algo, donde la tortilla de patata también tiene su lugar destacado, pues poco hay más bueno que una tortilla de patata y un trozo de hornazo comido al aire libre, rodeado de gente que tiene muchas cosas en común.
Con esa perspectiva, como para ponernos serios, ¿no les parece? Desde este ojo que observa disfrutemos de algo tan sencillo como es una reunión de amigos «sin móviles», sin tele, sin tecnología… simplemente de la naturaleza, la buena compañía y un hornazo sano, rico y premiado.
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