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El dramaturgo Ricardo de la Vega hizo un poema dedicado a las siete virtudes de las sopas de ajo: «Siete virtudes/ tienen las sopas/ quitan el hambre,/y dan sed poca./Hacen dormir/y digerir./Nunca enfadan/y siempre agradan./Y crían la cara/ colorada.». Cuando en las casas antiguamente alguien no quería comer las «Sopas de ajo» porque no gustaban o eran repetitivas en los hogares más pobres, la madre siempre respondía: «Y si no te gusta… moja pan».
Y así andamos, mojando pan, pues poco más nos queda a aquellos que asistimos alucinados a lo que pasa en España, cada vez más obligada a comer cierto pan.
Este ojo que observa, eso… observa, pero no entiende nada. Hay un cuento muy antiguo cuyo protagonista es un niño que se llama Pedrito, se titula «Que viene el lobo», también conocido como «El pastor mentiroso» o «Pedro y el lobo». Es un cuento infantil de Esopo que narra la historia de un joven pastor que disfrutaba bromeando con los habitantes de su aldea sobre el ataque de un lobo. Una historia fácil de entender, que defiende la importancia de la sinceridad y que transmite una enseñanza a los niños: no mentir porque si no cuando digan la verdad, nadie les creerá y comerán su propio pan.
¿Cuándo dice la verdad Pedrito? desgraciadamente nunca. Ya que, cuando viene el lobo, todo el mundo piensa en su mentira. Esto también es algo que recoge Sabina en su canción «Mujeres fatal», en un verso que dice «Ni cuando mientes, dices la verdad». ¿Les suena algo esta letra?, a mí me suena la letra y la música…
Y así estamos en esta nebulosa indisciplinada de duda, de la no verdad, de verdad mentirosa, de ironía y sarcasmo amparado bajo el manto rojo de la posverdad, sin ser conscientes de la realidad: que viene el lobo. Para nada mi intención es asustar y menos en Navidad.
En una semana, caerá la cena de Nochebuena y el almuerzo de Navidad y este ojo les pide un favor: «No hablen de Política», centren el tiro, porque aunque estemos en un tiempo difícil, debemos recordar que la Navidad es para los hombres de buena voluntad. Dejemos los cuentos para después de Reyes y aprovechemos a esos «hombres de buena voluntad» como nuestro querido Pedro Méndez, presidente del Casino de Salamanca, a quien esta semana se le impuso la Medalla de Oro de la Institución en reconocimiento a su trayectoria, a su generosidad, a su buen hacer, por ser una persona «verdad» en tiempos de mentiras, que ofrece un ejemplo a seguir, un camino recto, comprometido, lleno de valores, siendo un referente que da la confianza de saber que hay caminos limpios y claros por los que transitar.
Y para todos, Esperanza, porque aunque estemos en tiempos de posverdad, el próximo 24 tendremos con nosotros el advenimiento de la VERDAD: «Hoc existentiam Dei probat sine dubio».
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