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Opinión

Olímpicos

Nos resulta fácil valorar y envidiar lo ajeno mientras nos cuesta Dios y ayuda poner en valor lo nuestro

Lunes, 5 de agosto 2024, 05:30

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Madre mía, es impresionante el nivel de quienes defienden los colores en estas olimpiadas, quien más y quien menos lo está dando todo. España también, aunque muchos tiendan a la tragedia y al menosprecio de lo nuestro y los nuestros. Viva España. Allí los quería ver yo, a todos los listos y listas que son campeones de la crítica destructiva y maligna. Esos que tienen el músculo de la lengua bien desarrollado y les cuesta tanto sumar y hacer equipo. Nos resulta fácil valorar y envidiar lo ajeno mientras nos cuesta Dios y ayuda poner en valor lo nuestro, tomar conciencia de nuestras grandezas, fortalezas y oportunidades. Es una pena que estas olimpiadas no nos sirvan para hacer autocrítica y ponernos las pilas para trabajar en equipo. Esta España nuestra está necesitada de ambas cosas, de autocrítica y de hacer equipo, no resulta fácil pero es necesidad pura y dura. No se trata de sacar la lengua a paseo y dedicarnos a embarrar el terreno de juego, que se nos da francamente bien.

Hay que hacer algo más, estamos en el momento de darlo todo y poner de nuestra parte lo mejor de lo que somos y tenemos, ya no es tiempo de calentar por la banda sino de sudar la camiseta. No estamos para retransmitir el partido ni comentar la jugada, no podemos ser comentaristas sino que formamos parte de la competición. No podemos ser campeones olímpicos del pasotismo, la dejadez o la desidia. España, es decir, los españoles tenemos mucho y muy bueno para obtener medallas cada día, a todos los niveles y en todos los campos. Desde las gradas hemos de apoyar a quienes están en el terreno de juego, en el tatami, en las pistas o donde toque competir, y quienes sudan la camiseta han de darlo todo para corresponder a los aplausos, unos y otros hemos de hacer equipo. Parece que en este momento y, más allá de las olimpiadas, no lo tenemos claro, nos cuesta hacer equipo y nos encanta, inconscientes del daño que hacemos, despellejarnos sin compasión. Creo que queda claro el paralelismo entre una cosa y otra, solo falta que cada uno estemos dispuestos a dar lo mejor de lo que somos en beneficio de todos.

Podemos ser campeones olímpicos del desprecio, de la normalización de lo que no es ni medio normal. Podemos pasarnos la vida haciendo zapping, cambiando de canal continuamente sin centrarnos en nada. Podemos ser campeones olímpicos de la culpabilización y también campeones de la justificación y la excusa, de escurrir el bulto y no asumir responsabilidades. Campeones del tiro al plato y a mesa puesta, campeones de la queja y el lamento, ... y de todo aquello que se nos pueda ocurrir, ahora bien, creo que nos merecemos otra cosa. Hay mucha tarea por delante y no podemos soñar con medallas ni triunfos mientras en lugar de fomentar la unión generamos fisuras y rupturas que resquebrajan la estructura. No podemos estar echando pulsos continuamente, generando tensiones y gastando energías que, bien empleadas, nos beneficiarían a todos.

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