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Enfermedad que se transmite a través de la saliva, me extraña que no hayan proliferado casos a modo de pandemia, no me negarán que desde el dichoso beso no se ha parado de escupir todo tipo de comentarios con mayor o menor fortuna. Las redes sociales no dan abasto para filtrar y digerir las secuelas del beso de Rubiales.
Las secuelas de esta mononucleosis particular han llevado incluso a la madre del susodicho al templo y del templo al hospital, ¡qué cosas! Ciertamente Judas hizo una mala inversión, treinta monedas por un beso. Lo de Rubiales ha dado más juego y más dinero y, además, ha generado mayor estado de confusión, ¿entre tantas opiniones llegaremos a alguna conclusión?
Que lo de la mononucleosis es una enfermedad febril no me cabe la menor duda, menuda fiebre ha generado el dichoso o maldito beso. Si a mayores le damos una vuelta a la palabra, también es posible creer que el beso de Rubiales es una enfermedad propia de un núcleo de monos. Es verdad que el ser humano ha sido mono durante mucho tiempo y a veces parece complicado controlar al mono que llevamos dentro. Sea como sea ¿hemos de quedarnos en lo superficial, lo frívolo, lo soez, lo vulgar...? No es tarde para retomar nuestra condición humana más sensata y reconducir los planteamientos de vida con unos criterios más serios. Sin dejarnos mecer por el vaivén de las olas mediáticas y las políticas oportunistas, así como los comentarios que las redes sociales vierten desde el anonimato, generando tendencia y a veces decadencia. ¿Es tan difícil generar conciencia crítica? A lo mejor es mucho pedir y hay que comenzar por tener conciencia simplemente. Vamos a tratar de ser positivos, quizá no requiera más que un poco de esfuerzo por parte de todos o, por lo menos, por parte de quienes crean que es posible mantener a la humanidad con cierto nivel de conciencia y de consciencia.
A veces funcionar desde la impulsividad, desde la apetencia, desde la inmediatez, desde las vísceras... puede dar respuestas prontas pero no por ello más afortunadas. Cierto es que no hemos de eternizarnos en el tiempo, como algunas veces pasa, pero la precipitación a veces nos lleva a conclusiones erróneas y equivocadas. Qué pena que todos esos juicios e incluso condenas que a veces vertemos, sin calcular el daño que puedan causar, no tengan posibilidad de réplica o de rectificación si fuera necesario y, por supuesto, justo. El beso de Rubiales es uno de tantos acontecimientos que dan pie al entretenimiento a base de cotilleo, dimes y diretes varios, chascarrillos múltiples whatsapps, ... ilustrando el día a día de la vida de muchas personas a las que les supone un terrible esfuerzo ir más allá.
Personas cuyo vacío existencial han de llenar como buenamente puedan, aún a costa de hechos tristes, dolorosos y lamentables. Echemos el freno, como decía aquel buen marista y buen profesor de matemáticas, aunque yo fuera mal alumno: «primero se piensa y después se habla». Rubiales, entre otros, no conoció a mi profesor.
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