Si Unamuno resucitase...
Si el exrector de Salamanca levantara la cabeza y saliera del nicho vería una España gobernada por la golfería, la mediocridad y la mentira
Si don Miguel Unamuno levantase ahora la cabeza… nada más apartar la tapa del nicho y ver el espeluznante panorama de una nación gobernada por la mediocridad, la golfería y la mentira volvería a meterse en el ataúd para evitarse tan tremendo disgusto.
Unamuno amaba España. «Me ahogo en este cabañal… me duele España», escribía el pensador y escritor vasco poco después de ser expulsado del Rectorado de la Universidad de Salamanca. Eso era en 1923 y podemos imaginar cuán grande no sería su dolor si viviera estos tiempos en los que un gobierno socialcomunista se dispone a pactar el futuro de España con un golpista prófugo de la Justicia, al que se le va a conceder la amnistía y todo cuanto pida a cambio de siete votos.
Un gobierno que mira para otro lado cuando se desvela que sus ministros y exministros trapicheaban millones de euros con amigotes corruptos que se enriquecían vendiendo mascarillas durante una pandemia peor que la gripe del 18. Un gobierno que no respeta la separación de poderes, que ataca a los jueces por condenar a los golpistas, que pacta con terroristas confesos y se alía con los enemigos declarados de nuestro país.
Un gobierno que, para más escándalo de un hombre culto, sensato y coherente como Unamuno, ha sido votado, pese a haberse instalado en la mentira y el despilfarro, por la mayoría de los españoles, si sumamos a socialistas y comunistas los partidos separatistas. Qué ropas no se rasgaría Unamuno al comprobar el nivel intelectual y la ética de millones de compatriotas que tragan con un personaje ególatra, cuyo único principio consiste en el amor por el poder y el desprecio por todos aquellos que no se postran ante su efigie. La realidad actual de España otorga más vigencia que nunca a aquella máxima del insigne rector de Salamanca: «A un pueblo no se le convence sino de aquello de lo que quiere convencerse».
Por fortuna para él, su espíritu descansa en el cementerio de San Carlos Borromeo y solo vuelve para las ocasiones, como ayer con motivo de su nombramiento como doctor 'honoris causa' a título póstumo por su amada Universidad. Un Estudio que cien años después es más abierto e internacional que nunca, «un espacio de libre debate intelectual… que denuncia las tiranías de uno y otro signo; homenajea a defensores de la seguridad y de la libertad; dignifica las ciencias y las letras y siempre, siempre, respeta a todo el mundo», como recordó ayer su sucesor Ricardo Rivero en un brillante discurso que debió de escocer a más de un político mostrenco que la ha atacado en los últimos días.
Al acto académico acudieron dirigentes regionales y locales de los principales partidos, que viven ahora momentos de tensión y enfrentamiento no muy alejados de lo que a Unamuno le tocó vivir en los convulsos años veinte del siglo pasado. En el interior del recinto universitario se respetó una tregua en honor del intelectual vasco, pero ya fuera los populares atizaron de lo lindo al Gobierno, mientras el máximo representante del PSOE, su secretario regional Luis Tudanca, guardaba un revelador silencio ante los casos de corrupción en su partido.
Unamuno no era de los de callar, ni tampoco el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, que ayer afeó al Ejecutivo sanchista por «regalar miles de millones a sus socios independentistas mientras a Salamanca nos niegan las frecuencias y las comunicaciones ferroviarias», y por «llenarse los bolsillos con los fondos europeos y el dinero de los españoles en lo peor de la pandemia».
Así que mejor no levante la cabeza, querido rector.