...Y hemos tenido suerte

Salamanca tuvo suerte con el gran apagón. Fue de las primeras provincias en recuperar la electricidad gracias a su cercanía a las centrales hidroeléctricas y porque la mayoría de los negocios cerraba poco después del mediodía para acudir a la comida campestre del Lunes de Aguas.

Aun así, fue un caos durante unas horas, con graves problemas para quienes viajaban en tren, para los enfermos y para las personas mayores con discapacidad, además de paralizar los juzgados, que seguían sin recuperarse al día siguiente del desastre. Hubo daños que AUSAL, la organización de autónomos de la provincia, calculaba en 90 millones de euros (el Gobierno estimaba 800 para todo el país, algo no cuadra).

En Madrid y en muchas otras provincias el corte de luz resultó mucho más dramático y causó más miedo, más caos y más pérdidas.

El apagón fue una premonición de lo que España puede ser en el futuro si quienes nos gobiernan siguen empeñados en desandar el camino del progreso y convertirnos en un país con una economía subsidiada y controlada por el poder político, un país tercermundista, una autocracia al estilo de Venezuela o Nicaragua, donde manda el presidente y no respeta la ley, ni la separación de poderes ni la igualdad de los ciudadanos.

Ha resultado tan tercermundista el apagón como la reacción del Gobierno sanchista ante el apagón. Es tercermundista que dos días después del incidente no se sepa la causa del hundimiento de la red eléctrica. Las tres comparecencias televisivas de Sánchez han sido propias de un «Aló presidente» caribeño. Tres tomaduras de pelo que solo sirvieron para comprobar que no tenía nada que decir. Eso sí, Sánchez aseguró, sin saber lo que ha pasado, que el apagón no volverá a producirse, y sin tener clara la causa, que los «operadores privados» de electricidad son los culpables. Porque, como dice el Gobierno, tenemos «el mejor sistema eléctrico del mundo». Nada nuevo en la casa de Sánchez: mentiras, promesas que nunca cumplirá, y desvío de responsabilidades.

Mientras el Ejecutivo encarga investigaciones e informes que concluirán en nada, de lo que vamos sabiendo ya podemos colegir que hay un alto grado de responsabilidad gubernamental en este desastre, que lo raro es que no haya pasado antes y que lo más probable es que vuelva a ocurrir.

La mayor responsabilidad por el mayor apagón de la historia de España recae en Red Eléctrica, en su presidenta Beatriz Corredor y en quien nombró a esta exministra socialista de Vivienda, registradora de la propiedad y ayuna del más mínimo conocimiento del sector eléctrico. La responsabilidad recae en Sánchez que la colocó para que cobrara ese 'sueldillo' de 546.000 euros anuales, más coche oficial y dietas, el mismo que la ha felicitado por su desempeño en la crisis, tras estar dos días desaparecida y salir a la luz solo para decir que no va a dimitir.

La responsabilidad pesa sobre quien lleva años negando la posibilidad de un gran apagón, acusando de alarmistas y propagadores de bulos a quienes avisaban del peligro. La responsabilidad cae sobre las espaldas de quien durante siete años no ha invertido en mantener una red de distribución nacional de electricidad obsoleta, sobrecargada e incapaz de dar servicio a cientos de nuevos proyectos que crearían miles de empleos en España. La responsabilidad es de quien pone por delante la ideología ultraecologista y se niega a reconsiderar el desmantelamiento de las centrales nucleares.

Estamos en manos de un Gobierno manirroto e ideologizado con el que avanzamos hacia la ruina. Y la próxima vez quizás no tengamos tanta suerte.