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DE CALLE

Ni olvido ni perdón

La mayoría de los ciudadanos no podemos olvidar ni mucho menos perdonar la ineptitud y la chulería de Pedro Sánchez

Domingo, 15 de junio 2025, 06:00

Los dirigentes socialistas de Salamanca creen a pies juntillas a Pedro Sánchez. Son chicos disciplinados, de los que siguen el guion enviado desde Ferraz sin salirse un ápice del argumentario. Incluso cuando todas las evidencias juegan en su contra, David Serrada y su tropa cierran filas con el presidente del Gobierno y del PSOE. Escuchándoles, diríase que aquí no pasa nada, que la corrupción que inunda al partido y al Ejecutivo es tan solo una anécdota y que su líder supremo no solo no miente, ni nos toma por imbéciles, sino que ha actuado «con rapidez, de forma contundente y de acuerdo con la ética». Así lo aseguran tanto Serrada, secretario provincial, como María Sánchez, aspirante a candidata socialista a la Alcaldía de la capital. Si fuera por ellos al 'puto amo' habría que concederle una condecoración por haberse montado en un Peugeot con los capos de la presunta trama, por haberles concedido el control de miles de millones de euros y por haber mirado para otra parte cuando le llegaron noticias ciertas de sus andanzas entre cohechos y señoritas de compañía pagadas con mordidas.

Los dirigentes del PSOE salmantino entienden que actuar con rapidez es recolocar como diputado a Ábalos cuando ya se sabía de sus muchas y variadas tropelías. Ellos sí se creen el paripé de Sánchez pidiendo perdón con carita de ternero degollado. Que por cierto, si ha actuado de forma ejemplar, ¿a qué viene pedir perdón media docena de veces?

Los cargos del PSOE deben de ser los únicos que le creen. Porque al resto de los mortales ya no puede engañarnos. Ni a nosotros, ni a los medios de comunicación no apesebrados, ni a la UCO, ni a los jueces. Se puede engañar a muchos durante un tiempo, pero no se puede engañar a todos durante mucho tiempo. Y la realidad de los hechos, las grabaciones y los documentos son tan contundentes que ya no se puede mirar para otro lado. Tras las últimas revelaciones, salir a la palestra diciendo que se trata de una confabulación de la ultraderecha, de los jueces fascistas y de los periodistas del fango suena a tomadura de pelo.

La única forma que tenía Sánchez de actuar de forma ética y contundente hubiera sido dimitir y convocar elecciones. No lo va a hacer, porque ahora más que nunca necesita mantenerse en La Moncloa para resguardarse tras la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Constitucional, donde ha colocado a sus peones. Dimitir sería arriesgarse a acabar en la cárcel, así que el número uno de la resiliencia está decidido a resistir en el Gobierno como sea. Y cuando digo como sea, quiero decir que no dejará de utilizar cualquier medio a su alcance, legal, alegal o delictivo, para evitar su derrota. Sánchez ha demostrado en reiteradas ocasiones su absoluta inmoralidad y su absoluta falta de respeto a la ley.

Faltan por salir más pruebas de la corrupción en el corazón del sanchismo. Habrá nuevas imputaciones, nuevos hechos escandalosos que saldrán a la luz. Pero me temo que ninguno de ellos forzará al 'inquiokupa' a abandonar La Moncloa. Lo que hemos conocido en los últimos meses resultaría suficiente como para hundir en la miseria a cualquier presidente de cualquier país democrático. Pero estamos hablando de Sánchez, un político sin escrúpulos, un artista del embuste, un maestro de la pantomima que todavía piensa que puede darnos gato por liebre.

Pues va a ser que no. La mayoría de los ciudadanos no podemos olvidar ni mucho menos perdonar su ineptitud, su chulería y su prepotencia. La mafia que sustenta a Sánchez caerá tarde o temprano. Y esperemos que el daño que está haciendo a España con su tozudez por resistir en el poder no sea irreparable.

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