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Opinión

Motivos para dimitir

Sánchez ha demostrado tal ambición de poder y tal falta de escrúpulos que resulta imposible pensar en un abandono deshonroso

Domingo, 28 de abril 2024, 06:00

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De las muchas interpretaciones que circulan sobre las razones de Sánchez para anunciar este insensato e irresponsable montaje de los cinco días de retiro espiritual, me quedo con la más simple: se trata de hacerse querer, de que le arropen, le aclamen y le mimen. Se trata de conseguir la unidad del partido (lo que queda del PSOE reconvertido en Sindicato Vertical Sanchista), la unanimidad de sus socios comunistas, bildutarras, separatistas y golpistas, y de los medios de comunicación afines en torno a su figura, todos juntos gritando «¡Pedro quédate!». Algo parecido a lo que vimos ayer en Madrid pero más a lo grande.

Motivos sobrados tiene para dimitir y sin necesidad de tanta meditación. Son mucha las razones y no cabrían en este artículo, así que me he sometido a la ardua tarea de resumirlas en cinco.

Debe dimitir, en primer lugar porque ha mentido una y otra vez a los españoles: cuando dijo que no pactaría con Podemos ni con Bildu, cuando aseguró que no amnistiaría a Puigdemont… porque el engaño continuo se ha convertido en consigna de su forma de gobernar.

Segundo, porque desde sus inicios ha demostrado ser capaz de todo para llegar a la presidencia al formar un gobierno Frankenstein con los peores enemigos de España y se ha puesto en manos de los herederos de ETA, a los que ha entregado la alcaldía de Pamplona.

Tercero, porque ha atacado al poder judicial y a la Constitución al indultar a los golpistas condenados con todas las garantías, eliminar el delito de sedición, capar el de malversación y aprobar la amnistía a la medida de Puigdemont.

Cuarto, porque ha anunciado y ejecutado la estrategia del muro contra media España con el único objetivo de impedir a toda costa la posibilidad de alternancia en el poder, que es base del sistema democrático.

Y quinto, porque no solo se ha negado a dar explicaciones de la corrupción que le rodea, empezando por Koldo y Ábalos y siguiendo por el «caso Begoña», sino que ha utilizado la técnica del ventilador contra la oposición y contra los medios de comunicación no sanchistas para atacar a todo aquel que se atreve a criticarle.

Debería dimitir porque es un personaje dañino para España, y lo es en la misma medida en que se ha convertido en el presidente más deseado por quienes conspiran para acabar con nuestra nación. Debería, pero no lo hará. Esa es mi convicción personal, mi apuesta. Un tipo narcisista, ensoberbecido por el poder, que le gusta el cargo más que a un tonto un lápiz, no va a abandonar el Falcon por los ataques a su esposa, que recordemos no parten de esa ultraderecha que Sánchez ve por todas partes, sino de un juzgado que se aviene a investigar un asunto con tufo de tráfico de influencias pero que puede quedar penalmente en nada.

No va a dejar de dormir en el mullido colchón de la Moncloa porque la oposición democrática le esté aplicando su misma medicina, cuya fórmula magistral inventó el propio Sánchez al llamar «indecente» a Rajoy en 2014 y que su gobierno ha continuado recetando a diestro y siniestro, desde el hermano, el novio y el difunto padre de Ayuso a la mujer de Feijóo.

El presidente en funciones meditativas ha demostrado tal ambición de poder y tal falta de escrúpulos que resulta imposible pensar en un abandono deshonroso por motivos tan fútiles como son estos ataques, y más para un ser endiosado y pagado de sí mismo como Sánchez, convencido de que su destino es salvar a España, aunque en realidad sus decisiones van encaminadas a hundirla. En todo caso, mañana lunes saldremos de dudas.

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