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Quienes insistimos en que el Gobierno sanchista margina y humilla a Salamanca no lo hacemos a humo de pajas. Las quejas están sustentadas por los datos de inversión del Estado en esta provincia a lo largo de los cinco largos años de Sánchez en el poder. La última prueba del algodón de ese desprecio del Ejecutivo socialcomunista por los salmantinos la aportamos en la edición de hoy domingo de LA GACETA: solo se han adjudicado 26 de los 62 millones de euros de inversión previstos en los presupuestos del Estado para 2023. El 57 % de las obras anunciadas se han quedado en el cajón. La previsión ya era pobre, tirando a rácana, porque esos 62 millones rozan el mínimo de lo presupuestado en las dos últimas décadas. Pero con Sánchez ya sabemos que para Salamanca se anuncia muy poco y al final no se ejecuta casi nada.
En el contexto de Castilla y León, nuestra provincia era la segunda con menos obra nueva del Estado para 2023. Solo Segovia resultaba un poco peor tratada en los presupuestos del Gobierno. Para Salamanca se había consignado cuatro veces menos que para Soria (283 millones de euros) o para Burgos (230 millones) y tres veces y media menos que en Palencia (210 millones). Pero al final ni eso: de los 62 millones, 36 se han quedado en el limbo.
Es verdad que la ejecución de las previsiones presupuestarias nunca llega al cien por cien. La Junta de Castilla y León alcanzó en 2023 un 66 % y las administraciones locales llegaron a un 70 %. Pero ese 43 % del Gobierno supone una burla, un acto de profundo desprecio por las acuciantes necesidades en infraestructuras de esta provincia. Y en ningún ejercicio se han superado esas paupérrimas cifras de previsiones, y en cada ejercicio se ha dejado de ejecutar el grueso de lo anunciado.
La tacañería inversora resulta más inaceptable por cuanto nunca en la historia de España había tenido un Gobierno tantísimo dinero para obras y proyectos. Desde la llegada de Sánchez a la Moncloa la recaudación fiscal ha crecido de manera desorbitada, de manera que si con Rajoy el Estado ingresaba por impuestos 208.000 millones de euros (cifras de 2018), la Hacienda sanchista ha disparado los ingresos hasta los 271.000 millones (2023). A esa vergüenza hay que añadir el hecho de que los salmantinos pagamos ahora más impuestos que nunca. La recaudación se ha disparado desde la llegada del pasajero del Falcon al poder: hemos pagado a la Agencia Tributaria 350 millones de euros más en cinco años, y en cada ejercicio nos han dedicado unas migajas de veinte o treinta millones, que no llegan ni para pintar la raya continua de las autovías.
Lo cierto es que Salamanca no ha disfrutado de presupuestos del Estado generosos desde los tiempos de José María Aznar, cuando se proyectaron y construyeron las autovías a Ávila, Zamora y Béjar (algunas rematadas ya en tiempos de José Luis Rodríguez Zapatero). Con Rajoy la inversión se mantuvo en mínimos, salvo el esfuerzo para la electrificación de la línea férrea a Medina del Campo, pero con Sánchez ya no estamos en mínimos sino en niveles de ridículo absoluto.
¿Y qué podemos esperar del Ejecutivo sanchista-comunista de aquí al final de legislatura? Pues más de lo mismo, o mejor dicho, menos de lo mismo. Porque el Gobierno va a pagar a nuestra costa sus deudas con los golpistas catalanes y los aprovechateguis vascos. El remate será la aprobación del 'cupo catalán' que detraerá cada año miles de millones de todos los españoles para engrasar la maquinaria separatista de Puigdemont, Otegui y compañía. La situación, por mala que parezca, es susceptible de empeorar.
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