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Opinión

Cataluña pinta muy mal

Los posibles resultados hoy en las elecciones van desde lo malo a lo peor. Sánchez hará lo que haga falta para mantenerse en el poder

Domingo, 12 de mayo 2024, 06:00

Lo que pase hoy domingo en las elecciones autonómicas catalanas nos afecta a todos los españoles. Digamos que, salvo mayúscula sorpresa, las diferentes combinaciones que salgan de las urnas para configurar un gobierno en la Generalidad van desde lo malo a lo peor. No hay posibilidades de que los partidos constitucionalistas, que defienden la igualdad y la lealtad entre todos los territorios de la nación, consigan un resultado más allá de lo testimonial. La mayoría en el Parlamento regional se juega entre quienes se han conjurado para destruir España y quienes les bailan el agua. Así de terrible es el panorama.

Lo peor sería sin duda una mayoría que combinara a golpistas y separatistas, Junts y ERC, sumados a los anarcos antiespañoles de la CUP y los nacionalistas de ultraderecha de Alianza Catalana. Todos ellos juran y perjuran que no se apoyarán unos a otros, pero no hay que descartar una entente entre esta variopinta tropa, unida por su odio a todo lo español.

Lo más probable es que el 'calimero' Illa se vea obligado a hacer presidente a Puigdemont o a Aragonés, y en ambos casos Pedro Sánchez tendría problemas para mantener el Frankenstein II sobre el que se sustenta su gobierno. El fugado de Waterloo tiene la sartén por el mango. Se ha metido ya la amnistía en el bolsillo y si no le colocan al frente de la Generalidad, dispone de la posibilidad de hacer caer a Sánchez y provocar un adelanto electoral.

Esa sería sin duda la mejor opción para España, porque se abriría una ventana a un cambio que devuelva a la nación a la senda de la sensatez y el respeto a la ley y la democracia. Todo lo demás será un desastre de enormes proporciones. Cualquier coalición del PSC con los independentistas ahondaría en la senda de la ruptura, porque desde hace muchos años el socialismo catalán no se diferencia de los supremacistas más que en las formas. La división de la sociedad en buenos (nacionalistas) y malos (constitucionalistas) se ha hecho más profunda incluso cuando el PSC participaba del poder, y la persecución a todo lo español, sobre todo al idioma, se ha endurecido legislatura tras legislatura.

Lo que ya podemos anticipar, voten lo que voten los casi seis millones de catalanes llamados hoy a las urnas, es que no habrá 'desinflamación' de la tensión en Cataluña. La pretendida 'distensión' del supuesto conflicto entre esa autonomía y el Estado español, que Sánchez ha vendido durante años como propósito de su política frente a los separatistas, se ha confirmado como otra mentira, otro de sus muchos bulos. Hay ahora más tensión que nunca en Cataluña y la posibilidad de que se repita la declaración unilateral de independencia está ahora más cercana que nunca. Pero eso no quiere decir que el inquilino de la Moncloa haya fracasado, porque su verdadera intención no era desinflamar, sino amarrar. Atar y asegurar los votos que le permitieran seguir cuantos más años mejor en la presidencia del Gobierno. Eso lo ha conseguido y hará lo imposible, venderá a quien haga falta y se saltará las leyes que sea necesario para continuar subido al Falcon tras las elecciones. Ha mentido tanto, nos ha engañado tantas veces y le ha ido tan bien, que no tendrá ningún problema en obligar a Illa a apoyar a Puigdemont, si llega el caso.

Un par de años después de su ascensión a los cielos de la Moncloa decía aquello de que Rajoy había dejado escapar a Puigdemont y él lo traería esposado de vuelta a España. Y si hacía falta, contaba con el arma de la Fiscalía (¿Y la Fiscalía de quién depende? Pues eso»). Ahora hará justo todo lo contrario, y tendremos que aguantarle.

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