La casquería y la bilis
Para Sánchez los wasaps son casquería, pero lo que revelan es la capacidad de Ábalos para estar en todos los frentes
Para mí la noticia de los famosos wasaps no reside tanto en su capacidad para confirma la mala bilis con que se desenvuelve el presidente del Gobierno de España, como en su virtud de permitirnos comprobar que José Luis Ábalos, además de ocuparse de las chicas de alterne, de negociar pelotazos con las mascarillas, someter a los barones díscolos y mediar en rescates millonarios, sacaba tiempo para trabajar con los y las tránsfugas en el impulso de mociones de censura autonómicas.
No me extraña que fuera la mano derecha y la izquierda, uña y carne con Pedro Sánchez, porque a ver dónde encuentra el del Falcon un colaborador tan sumiso, tan adulador y tan 'multitarea' como Ábalos. Por eso lo echa tanto de menos, según revelan los mensajes.
Ha dicho Sánchez que los wasaps son casquería, es decir, un amasijo de miembros, órganos y otras partes ensangrentadas del cuerpo de los animales. A unos les gusta la fruta, a otros las gambas y a otros la casquería. En un país con una gastronomía tan rica, los políticos pueden elegir según sus gustos.
A Alfonso Fernández Mañueco no le ha gustado esa parte de la casquería relacionada con la moción de censura fallida en las Cortes de Castilla y León, presentada en plena pandemia por el entonces líder regional de los socialistas, Luis Tudanca, con el loable objetivo de echar al salmantino de la presidencia de la Junta para ocupar su sitio con el apoyo de los procuradores de Ciudadanos, tránsfugas o no. A la nariz de Mañueco le apesta el proceder de los socialistas con la parte visceral de la moción, de manera que considera obligado pedir el despido, vía patada en el hígado, de los encargados de la negociación.
Una petición tan oportuna como inútil, porque exigir ahora a Sánchez que expulse a los muñidores de la estratagema para camelar a las procuradoras de Cs, teniendo a la esposa investigada por tráfico de influencias, corrupción política y apropiación indebida, a su hermano procesado por tráfico de influencias, prevaricación y malversación, a la propia carne de su uña (Ábalos) imputado por organización criminal, cohecho, tráfico de influencias y malversación… el pecado de saltarse a la torera el Pacto Antitransfuguismo parece poco más que un pellizco de monja.
Ábalos trabajaba en la seducción de las dos parlamentarias naranjas, se supone que en coordinación con los dirigentes del PSOE de Castilla y León, pero Ábalos ya fue despedido, aunque solo del partido y conservando las prebendas de la condición de diputado, no vaya a ser que, aparte de los conocidos, acabe desvelando otros mensajes de móvil de esos que elevan la casquería al 'nivel tumbagobiernos'.
Y los demás mandatarios socialistas no se dan por enterados. Miran para otra parte o se limitan a negar la evidencia, como hacía ayer Tudanca en sus declaraciones sobre el escándalo. Para el defenestrado exlíder de los socialistas de Castilla y León, la prueba de que no hubo negociación con las candidatas a tránsfuga es que no le votaron a favor de la moción de censura. Tudanca se olvida de que los wasaps de marras confirman que una de las procuradoras había caído en el bote y Ábalos y otros estaban trabajándose a la segunda. «Nos falta una que se echó para atrás», le confesaba a Sánchez su entonces mano derecha y uña izquierda. No hay nada que interpretar. Y la 'convencida' no votó a favor de la moción porque ya sabía que estaba condenada al fracaso y era tontería retratarse 'pa ná'.
Ahora Mañueco tiene la oportunidad de desquitarse adelantando las elecciones al otoño. Un poco de mala bilis nunca viene mal.
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