Ha sorprendido mucho estos días, y muy especialmente a nosotros los vecinos que vivimos o visitamos cotidianamente el Barrio del Oeste, la noticia de que el Ayuntamiento ha decidido cepillarse los árboles que hasta la fecha venían convirtiendo la plaza del Oeste en una de los pocos refugios donde era posible disfrutar de la sombra y el auxilio de estos estos amables y generosos seres vivos que purifican nuestro aire tan habitualmente infectado de óxido de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre, ozono y otros venenos urbanos.
La excusa para este inesperado afán arboricida que de vez en cuando asalta a la entidad municipal es la existencia en este caso de un supuesto informe donde unos supuestos expertos diagnostican que nuestros árboles están enfermos y que cualquier día pueden empezar a desmayarse por sorpresa sobre nuestras desprevenidas nucas.
La verdad es que un servidor no está en disposición de asegurar que la citada amenaza de la que hablan esos informes no vaya a cumplirse, pero lo que sí nos llama la atención es que a simple vista estos árboles ofrezcan concretamente una estampa tan absolutamente saludable y robusta. Juraríamos que incluso mucho más sana y vigorosa que la de muchos otros árboles repartidos por la ciudad sobre los que no pesa informe alguno pero que vemos más tísicos, secos, raquíticos y enfermizos que estos de la plaza del Oeste que observamos alborotados y alegres en primavera, llenarse de gorriones y jilgueros en verano y alfombrar las aceras de hojas cuando llega el otoño marcando las estaciones de nuestro barrio.
Por supuesto, no queremos que cualquier día ocurra una desgracia y nuestros árboles comiencen a caer enviando para ese otro barrio del más allá a nuestros vecinos antes de tiempo, pero le tenemos tanto cariño a estos árboles que no estaría mal que antes de acercarse con las motosierras y emprender otra de esas renovaciones innecesarias de la plaza, el Ayuntamiento contraste debidamente sus informes con algún otro de carácter más independiente, claro y fidedigno que confirme que efectivamente no hay alternativa y nuestros amigos del reino vegetal están pidiendo a gritos la eutanasia por constituir un auténtico peligro para los viandantes y los vecinos acomodados en los bancos y las terrazas de la plaza del Oeste.
A estas alturas nos resultan tan entrañables y necesarios que no nos gustaría que ese peligro del que habla nuestro Ayuntamiento, fuera tan probable como el del tiesto que pudiera caer cualquier día de cualquier balcón de cualquier calle.