Para qué sirve un diputado

Para la inmensa mayoría de españoles que sólo hemos conocido la paz, es indigerible este ambiente casi prebélico cuyo detonador y estrategas no son otros que Zapatero y Sánchez, inmersos en la locura de volar por los aires las más sólidas estructuras del estado y, en consecuencia, la democracia, en la que estos canallas del Gobierno han dado pruebas más que suficientes de no creer. Ahora tendríamos que estar debatiendo cómo procesar a Sánchez por abuso de poder, prevaricación y saqueo de las arcas públicas, y no sobre los delincuentes catalanes que estaban muy bien como estaban: delincuentes y prófugos de la Justicia. Lejos de esto, el «sanchismo» va a seguir limpiando el Tesoro para pagar el golpe de Estado en marcha, para pagar a los traidores catalanes y vascos en detrimento del resto de España, que seremos aún más pobres. Pero seguimos cantando, como cantan -mejor dicho, aplauden- nuestros diputados, fiel reflejo de la descomposición de la sociedad, pues salvo unos pocos versos sueltos, la mayoría vegeta en Madrid. El Congreso no es el Legislativo, no es la sede de la Soberanía Nacional (nacional de España), hoy sólo es el cooperador necesario del golpe de Estado en curso. Habría que ver a estos diputados haciendo frente a la pistola de Tejero como lo hicieron Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado, habría que ver a este panda de bribones corriendo por las alcantarillas… Me gustaría ver la catadura moral de nuestros diputados mostrándose al lado de la democracia y la Constitución, o al lado del fascismo que tanto critican. Me gustaría ver cómo un diputado socialista de la apaleada Salamanca, en este caso el tal David Serrada (no sabemos si tiene boca, pero sí que sabe romperse las manos a aplaudir), es capaz de votar a favor de la amnistía y la disolución del Estado de Derecho, o de tener un mínimo de decoro democrático y estar al lado de la Constitución. Vamos, David, haz algo por tu país y demuestra para qué sirve un diputado.