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Cada septiembre se reaviva en la ciudad un debate sobre la idoneidad de la Plaza como escenario principal de los conciertos de Ferias, amén de los mil y un actos de todo tipo que, a lo largo del año, tienen como escenario nuestro monumento más universal y también el más ultrajado por cables, camiones, chicles, basura para aburrir, andamiajes, casetas, puestos, pantallas gigantes y banda de música. Sólo faltaría Pepe Isbert recibido con honores al ritmo de El Mariquelo para completar el cuadro del corazón de la Salamanca tierra mía/de arte y sabiduría/eres joya sin igual. Doo-be.doo.
Y el debate vuelve a correr como la pólvora, aunque año tras año, la vida sigue igual, con Salamanca suspirando por «Camela» y en el Ayuntamiento felices de ver a tanta gente disfrutar de su programación. La ecuación para los políticos es bien sencilla: con esa respuesta popular no pueden estar equivocados, aunque tampoco hay que ser Norman Foster o Rafael Moneo para darse cuenta de que la Plaza Mayor no es lugar para acoger semejantes concentraciones festivas. Ayer mismo LA GACETA abría su portada denunciando la falta de un estudio de impacto de ruido en la Plaza, mientras la concejala del ramo se justificaba con el uso que también se le da al Teatro Romano de Mérida, aunque no sé en qué se parecen Omar Montes y Antígona… También nuestro periódico recogía hace unos días una encuesta de urgencia en la que el 57% de los participantes estaba en contra de los conciertos de masas en el ágora. Y voy más lejos, cuando hasta una nueva y multimillonaria construcción como el Bernabéu ha dado graves problemas de sonido, un espacio como la Plaza Mayor, sólo sostenido por el ingenio humano y la tecnología constructiva y «acústica» del siglo XVIII, no puede ser el adecuado para soportar estos aforos y espectáculos. Lo que me alucina es que ni arquitectos, ni urbanistas, ni Patrimonio, ni la UNESCO, hayan denunciado estos atentados. Entiendo que la Plaza es un caramelo para cualquier alcalde, y así lo ha visto García Carbayo intentando ofrecer lo mejor a sus conciudadanos, pero la evidencia nos dice que la Plaza, como escribía hace escasas fechas, no puede ser una nave de polígono. Urge buscar nuevos espacios (o crearlos) y dar las soluciones adecuadas a los nuevos tiempos y encajarlos en los viejos, como es una ciudad histórica. Una idea (de nada): en una zona del río imaginemos un espacio similar a un Hollywood Bowl adaptado a nuestra ciudad. Imaginemos, que no cuesta tanto y además está todo inventado.
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