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La realidad de España

Jueves, 7 de septiembre 2023, 07:53

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La realidad de España: tres escuelas de pueblo menos en Salamanca en el curso que ahora comienza (ayer en LA GACETA). A quién le importa. La realidad de España: un país cogido con alfileres. Caos sanitario, desbarajuste educativo, futuro incierto, inquietud social, recesión económica y un fuego cruzado ya permanente entre la política y los ciudadanos; la primera, ejerciendo la violencia sobre la población, reprimiendo cualquier brizna de progreso, de bienestar y de coherencia, mientras los segundos, millones de personas, han abrazado el maná de la subvención con el que los sucesivos gobiernos han destrozado sus vidas, hasta convertirlos en parásitos que sólo interesa levantar del sofá para ir a votar. A quién le importa y quién pagará la fiesta en un fututo ya inmediato.

Mientras tanto, ya ven: concejales de tercera, como el «tucán bolchevique» que representa la vicepresidenta (¡vicepresidenta!) del Gobierno (¡gobierno!) y ministra (¡ministra!) de Trabajo (¡trabajo!), Yolanda Díaz, en su nuevo papel de cómplice de un delincuente como Puigdemont (qué pereza da este tío infame).

Díaz es la realidad de España, representante de lo peor de quienes han asaltado las instituciones: Sánchez, Iglesias, Montero, Echenique, Colau, Carmena, Armengol, Otegui, Conde Pumpido, Delgado y mil más. Por mucho que la mona se vista de seda, en este caso un tucán, por mucho que no pare de reírse como una cosa tonta, por mucho que besuquee y manosee al personal, Yolanda Díaz es lo que es, otro ejemplo de la incompetencia, la maldad y el resentimiento al servicio de la destrucción de una sociedad felizmente organizada y, lo más peligroso para esta gentuza, una sociedad democrática y con la conciencia y la memoria en paz.

Esta barbie-vicepresidenta es la aberración del ser y la nada (gracias Sartre) y su encuentro en Bruselas con un prófugo de la Justicia me pone contra las cuerdas. Nocaut, complemente KO. Vivimos en un país tomado por delincuentes. Hemos pasado de los tiros en la nuca a los abrazos-bomba, y algunos, cada vez menos, estamos paralizados ante la tromba de ataques sin piedad a la Constitución y a la paz social. Esta manada de políticos infames e impúdicos no conoce límites: su odio es su combustible y nosotros arderemos en su infierno mientras Yolanda Díaz se besa con el mismísimo Lucifer. Y aunque sean besos consentidos, la Justicia debería actuar. Lo que quede de la Justicia.

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