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Feijóo al fin se ha levantado de la siesta y ha decidido salir a la calle para poner el grito en el cielo ante el estado, como él muy bien ha dicho, de «putrefacción» al que Sánchez y sus tentáculos nos han traído… y cayendo. Urge movilizarse ante el clamoroso silencio de los socialistas y la desvergonzada huida hacia adelante del Gobierno con un discurso que nunca ha colado, pero que ahora resulta ridículo y siempre ofensivo: la derecha, la extrema derecha, los bulos y las mentiras en sesión continua por toda explicación.
Pero ya no es momento de seguir llorando por las esquinas, lamentando nuestra suerte con esta plaga que nos trajo Zapatero y después Podemos. Feijóo tiene que movilizar ahora no sólo a su electorado, sino a todo el que aún no haya sido captado por la Cienciología de Sánchez, y tiene que hacerlo con la contundencia de la realidad, de los datos. A quien hay que sacar del Valle de los Caídos del populismo y de la corrupción es a Sánchez, y hay que hacerlo con limpieza, en las urnas, que los españoles tengan una nueva oportunidad de demostrar que saben votar: democracia o «sanchismo», bienestar o auxilio social. Lo que no puede hacer Feijóo, y ya lo ha hecho, es reclamar una moción de censura a los socios de Sánchez. El líder de la oposición tiene que quitarse los complejos y decirle a la ciudadanía cuál es su plan que, en modo alguno, puede pasar por los independentistas vascos y catalanes. El nacionalismo tiene que saber que con el PP sus días de vino y rosas han terminado. Se llama valentía y responsabilidad.
Hay que acabar cuanto antes con este Gobierno que apesta a corrupción y dictadura y para ello sólo vale usar lo que nos queda de libertad. Después será tarde. Feijóo tiene que ser la chispa que movilice la calle, pero con los argumentos que no tiene esta izquierda montaraz. Argumentos y no ceder a los complejos, el talón de Aquiles de la derecha, siempre pidiendo perdón. Además, Feijóo debería estar ya trabajando en un Gobierno que va a tener que gestionar, antes o después, un país semihundido por el amiguismo y el mamoneo; se necesita un «gobierno en la sombra», como el otro día muy bien indicaba en una entrevista Esperanza Aguirre, al estilo del «shadow cabinet» del Reino Unido.
Alberto Núñez Feijóo no puede «emocionarse» porque horribles acontecimientos están cercando a Sánchez y al PSOE, allá ellos; debe establecer una línea de trabajo clara y contundente, sin ambages ni palabritas del Niño Jesús. El PP debe ponerse en modo Barack Obama: «Yes we can».
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