Kilates de alquiler
Si desaparecen casi 1.500 viviendas del mercado oficial de alquiler es lógico que las que quedan estén mucho más cotizadas
¡831 euros! El precio medio de un alquiler en la ciudad de Salamanca alcanza ya los 831 euros. ¿Saben cuánto costaba el mismo alquiler medio en el año 2021? 569 euros. Significa que en apenas cuatro años el precio se ha encarecido un 46%. Hay muy pocas cosas en la vida -y que se puedan mencionar aquí- que crezcan tan rápido y en tan poco tiempo. Si acaso, las enfermedades.
No hace falta recordar que el crecimiento de los salarios en ese mismo periodo de tiempo ha sido exiguo. El salario medio en Salamanca en 2021 era de 20.138 euros brutos, y los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria hablan de 22.204 euros brutos. Es decir, un crecimiento del 10,2% que no se corresponde, para nada, con la dinámica que ha seguido el precio de la vivienda de alquiler.
Pero es que la cosa es más complicada, aún, de lo que parece. Porque los gastos de cualquier familia no se limitan a pagar la casa. Si solo fuera eso hablaríamos de una situación difícil, pero es que también hay que comer, vestir y, si sobra algo, vivir. Hay que gastar diariamente y los precios del día a día también se han disparado. El IPC durante este periodo ha experimentado una subida de casi el 21%.
Habría qué preguntarse cómo hemos llegado a este punto en una ciudad como Salamanca. Existe una demanda de viviendas de alquiler que no remite. En Salamanca nunca van a faltar esos miles de estudiantes universitarios que proceden de fuera, ni los miles de sanitarios que trabajan en el Hospital pese a no ser salmantinos, ni -por supuesto- los miles de ciudadanos que necesitan un techo, pero no tienen el colchón suficiente para hipotecarse con una vivienda en propiedad.
Sin embargo, la oferta de vivienda en alquiler estaba en claro declive hasta hace escasos meses. Casi 1.500 viviendas salieron del mercado en cuestión de dos años. Uno de los factores por los que los caseros han dejado de ofertar su vivienda es el miedo a una normativa que permite a un inquilino -incluso que tienen viviendas en propiedad pese a vivir de alquiler- declararse en situación de vulnerabilidad y atrincherarse en tu casa durante meses o años generando una importante deuda en gastos de electricidad, gas, comunidad...
Si en cuestión de un año se pasó de más de 9.300 viviendas oficiales en alquiler a cerca de 7.600, es lógico que las que siguieron en el mercado pasaron a estar mucho más cotizadas, hasta darse situaciones de auténtica subasta. «Te llamo por el piso que he visto en alquiler por 600 euros. Te pago 650».
Ante un mercado del alquiler desorbitado, la Administración se ha planteado intervenir con medidas que topen el precio máximo de la vivienda, en función de la ubicación, metros cuadrados, prestaciones, etc.
No critico que se intervenga para proteger al inquilino, pero podría ser más efectiva una legislación que, en lugar de espantar, le quite el miedo al casero: que le otorgue ciertas herramientas para combatir a aquellos que le echan morro. Que muchos propietarios no tengan que recurrir a la estrategia clasista de poner los precios altos para asegurarse de que no le entra alguien que a los dos meses le deja de pagar.
En este contexto es de aplaudir políticas como las del Ayuntamiento de Salamanca, que está construyendo un parque inmobiliario de cientos de viviendas y que, últimamente, apuesta más por el alquiler, porque es lo que demanda la población. Alquileres de 340 euros, de promedio, y en zonas privilegiadas como el paso de la Estación, que son un auténtico chollo. Aquí salen ganando solo aquellos que más lo necesitan, pero nadie pierde. Esa es la clave.