Borrar
Opinión

Los juegos del hambre

Vivimos con tranquilidad que nos quiten derechos, sin que se oiga una sola voz, ya no digo unánime, que sería lo suyo

Lunes, 12 de agosto 2024, 05:30

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

El cine de ficción no es para todos los públicos. Me refiero a que no gusta a muchas personas que, siendo aficionadas al arte del celuloide, buscan un cine más realista o menos futurista, según se mire. Igualmente, por más que nos cuenten una historia real, el cine es una maravillosa mentira en que casi todo lo que vemos, o nos enseñan, son decorados de cartón piedra. Aún peor, poco a poco, y no es de ahora, la inteligencia artificial viene creando desde escenarios a protagonistas, como en aquella película a medio camino que sí llegó a casi todos los públicos, Avatar, donde el juego entre realidad y ficción, humanos y avatares, supuso un éxito de equilibrio virtuoso que consiguió despertar emociones a base de relaciones pseudonaturales, casi creíbles.

Los juegos del hambre es una de esas películas que muestran un panorama desolador. Un paisaje de destrucción, hierro fundido y toneladas de cemento, donde la sensación de frío y desabrigo recuerdan a la Edad Media. Una especie de salto atrás en el tiempo provocado por la destructora acción del hombre, que bien podría ser inacción. Justo lo que cataloga la postura de los principales líderes mundiales, cuya terquedad en no tomar decisiones de calado a propósito del cambio climático hace que estemos sufriendo ya consecuencias de alcance considerable. De hecho, en Salamanca, estamos sufriendo la cuarta ola de calor, seguramente la más dura e intensa de este verano que no parece dispuesto a dar tregua. Si en el fatídico 2022, se registraron casi cinco mil muertes atribuibles a las olas de calor, en este de 2024, estamos por encima de las mil quinientas a falta, al menos, de un mes complicado. Datos a nivel nacional, naturalmente.

Así que aquí estamos, sofocando el calor con mucha sombra y muchos Juegos Olímpicos. Un acontecimiento esplendoroso al que Francia ha decorado con una pátina de majestuosidad que tardaremos en olvidar. Los posteriores organizadores tendrán que tratar de superarla con una buena dosis de imaginación e inversiones estratosféricas. Las mismas, en medida considerablemente menor, son las que necesitamos en nuestra ciudad para competir mínimamente con otras del entorno. No hace tanto tiempo, muchos de los lectores lo recordarán, viajábamos a Madrid por una carretera nacional. Esto es, de una sola dirección en cada sentido, por si hubiera algún despistado o despistada. Hemos viajado históricamente en TDR, siguiendo un interminable recorrido por la sierra madrileña. Tan dejados de la mano de Dios, que el viaje en autocar nos parecía una suerte de AVE asfáltico. Así somos en esta tierra: vivimos con tranquilidad que nos quiten derechos, sin que se oiga una sola voz, ya no digo unánime, que sería lo suyo. A la velocidad y por el camino que vamos, a los próximos Juegos llegaremos por vía muerta.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios