El socialsanchismo en San Isidro
No se atreven a dar la cara tras la tormenta desatada por los «wasap» publicados en los últimos días
Escribo en la tarde de San Isidro, después de haber asistido en mi pueblo a la celebración del patrón de los labradores. Este año hubo suerte por partida doble. De entrada, a media mañana todo hacía pensar que la procesión se tendría que suspender por la lluvia. Finalmente se pudo celebrar porque durante la Misa escampó, salió el sol, lo que nos permitió recorrer las calles hasta los tres puntos tradicionales en los que se para la comitiva y el cura bendice las tierras sembradas de cereal más próximas al caserío, mientras suenan cantos implorando a San Isidro que proteja a la gente del campo. La imagen es la tradicional del santo con la pareja de bueyes bajo el correspondiente yugo, adornados con algunas espigas verdes que se han recogido previamente; en los últimos años se han incorporado algunos tractores en miniatura, símbolo del cambio de los tiempos. El segundo motivo por el que hubo suerte es por disponer del sacerdote oficiante de misa, procesión y bendición de los campos, porque no en todos los pueblos pueden decir lo mismo. Después es tradicional un aperitivo ofrecido por los miembros de la Cámara Agraria, cada vez más mermados y más envejecidos, como fieles representantes de lo que sucede en el campo español. Pero, prefiero quedarme con lo positivo: hubo misa, procesión, cura, aperitivo y celebración.
Para los que no escampa es para los miembros de ese movimiento que es el «socialsanchismo», representado en su cúpula por los ministros, las ministras y les ministres componentes de este Gobierno que nos desgobierna. Mucho me temo que recordar estos días previos y posteriores a San Isidro de este año 2025 entre los más aciagos de su vida política. La verdad es que no quieren dar la cara. Baste un ejemplo, además de la no presentación de los Presupuestos Generales del Estado. Si la soberanía popular está representada por las Cortes Generales, en este caso el Congreso de los Diputados y el Senado, resulta llamativa la «espantá» que están dando y la que anuncian para los próximos días: hasta nueve ministros harán pellas y pasarán de acudir al próximo pleno de la Cámara Baja y catorce, incluyendo en este caso al marido de Begoña y hermano del contratado de la Diputación de Badajoz, harán novillos y «pasarán» de ir al Senado a responder a las preguntas. Si se suman las dos cifras, salen 23, que curiosamente es el mismo número de sillones del actual Gobierno. Será casualidad, pero es la realidad. Y todo se debe presumiblemente a que no se atreven a dar la cara tras la tormenta desatada por los «wasap» que se han publicado en los últimos días y que se cruzaron Pedro Sánchez y su persona de confianza en aquel tiempo, Ábalos. Tampoco es que se pueda afear su cobardía y falta de ganas de dar la cara, porque cualquier día de estos se pueden encontrar con que aparece un mensaje en el que Sánchez los llama «pájaros», «pájaras» o «pájares», como ha sucedido con Margarita Robles, que también se «acostaba con el uniforme». ¿Será pecado esto último?
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