Habemus Papam

Ayer por la mañana recibí este mensaje de un amigo diplomático llamado Santiago: «por cierto y antes de saber los resultados del Conclave, Ana y yo conocimos a uno de los candidatos, Prevost, cuando era el director de la Misión Agustina en Trujillo (Perú). Hicimos un viaje y al cenar con la colonia española (mi amigo era cónsul en Lima), coincidimos y nos invitó a visitar la Misión, cosa que hicimos, porque había varios agustinos españoles. Así que, si sale elegido, ya queda dicho antes que lo conozco». Y, efectivamente, resulto elegido. Los 1.406 millones de católicos (según datos del Anuario Pontificio correspondiente a 2025) ya tenemos papa: Robert Prevost, agustino de los Estados Unidos, que pasó mucho tiempo en Perú. Curiosamente, los católicos somos, en número, algo menos que los habitantes que tienen ya la India y China, que también rebasan la cifra de los 1.400 millones. La elección por parte de los cardenales fue más rápida de lo que unos expertos habían previsto y más lenta de lo que deseaban los más impacientes. Maestros tiene la Santa Madre Iglesia para desgranar lo que espera al nuevo líder de los católicos (el grupo religioso más numeroso del mundo) en su papel de líder espiritual; su tarea no va a ser fácil ni mucho menos desde el punto de vista de la doctrina (papel de la mujer, los divorciados, los homosexuales, entre otros asuntos) o la organización de la Curia y las finanzas del Vaticano. Pero hoy me quiero centrar en la otra vertiente de su actividad, la de jefe de Estado y persona muy influyente, no solo para los católicos, sino para todos los habitantes del planeta, en el actual contexto mundial, que es de todo, menos tranquilo.

Desconozco cómo serán las relaciones de Prevost con Trump, que recordemos asistió al entierro del papa Francisco, pero ahí tiene uno de los asuntos más importantes que lidiar en esos momentos, justo cuando se cumplen los ochenta años del final de la II Guerra Mundial en Europa. Entre las urgencias está también el conflicto que se ha desatado entre India y Pakistán a cuenta del ataque terrorista en Cachemira; todo ello bajo la atenta mirada de China. Los dos actores directos del conflicto son potencias nucleares, dato no desdeñable, y formaron parte del Imperio Británico hasta su independencia en agosto de 1947, tras el reparto del territorio en función básicamente de su religión. India es, según datos de organismos de la ONU, el país más poblado del mundo con 1.460 millones de habitantes a fecha de ayer, y en el que aumenta el número de católicos, aunque sean minoría. Luego está el otro conflicto eterno, el de Oriente Medio, que se arrastra también desde la segunda mitad de la década de los cuarenta del siglo pasado, en concreto desde 1948, con la creación del estado de Israel en Palestina, en lo que hay también un indudable trasfondo religioso. No me cabe la menor duda de que todo lo anterior ha pesado en los cardenales a la hora de emitir su voto hasta llegar al «Habemus Papam». León XIV necesitará suerte y la inspiración del Espíritu Santo.