Los que están contentos

Escribo a última hora de la tarde de ayer. Ya habían pasado muchas cosas, algunas de ellas un tanto raras, pero no descarto que hasta que salga publicada esta columna, sucedan otras también peculiares. Muchos lograron sus objetivos ayer, o por lo menos una parte. Busquemos a los contentos. De entrada, Puigdemont llegó, miró, habló, venció y desapareció, poniendo en ridículo a los Mozos de Escuadra, incapaces de detener a una persona perfectamente conocida, que se esfumó en sus mismas narices; fue, sin duda el protagonista del día. Pedro Sánchez y los suyos, en este caso Salvador Illa, consiguieron también su propósito, que no era otro que poner a este último como presidente de la Generalidad. Los de ERC se supone que también estarán contentos porque apoyaron la investidura del susodicho y tienen, en principio, su financiación a la carta, si es que el marido de Begoña termina cumpliendo su palabra. Si todos los anteriores han ganado y conseguido sus propósitos, por lo menos una parte suficiente de ellos como para que estén contentos, ¿quién pierde aquí?

Pues, de momento, aparte del ridículo hecho por los Mozos de Escuadra, pierde España y el resto de los españoles. Claro, que esto servirá de más alegría para los independentistas. Lo sucedido ayer tiene muchos calificativos. Creo que lo mejor es no perderse en ellos para centrarse en lo importante. Y lo importante es que lo que está pasando lo vamos a pagar todos, incluidos los de Castilla y León y los salmantinos. Un mejor trato fiscal y financiero a Cataluña, obtenido de forma unilateral y sin tener en cuenta los intereses de las otras Comunidades Autónomas, solo con el objetivo de que Illa llegue al poder y de que Sánchez siga en la Moncloa, es algo que los sanchistas (me resisto a denominarlos socialistas) del resto de España van a tener muy difícil de explicar en sus circunscripciones electorales y en sus respectivos territorios.

Y uno esto anterior a la información publicada en LA GACETA el pasado miércoles, sobre la insoportable presión fiscal a la que han debido hacer frente los salmantinos durante los últimos años. No se trata solo del IRPF, son también los otros impuestos que se pagan al comprar un piso o un coche; son las contribuciones, los pagos del IVA cada vez que compramos desde un bocadillo a la cesta básica, o a un billete de tren o de avión, por no hablar de los hoteles y de los paquetes turísticos. Si ya nos vienen crujiendo, me gustaría que nos explicasen los sanchistas-socialistas, capitaneados por el marido de Begoña, cómo vamos a notar en nuestros bolsillos las concesiones hechas a Cataluña. ¿Habrá más impuestos todavía? ¿Se recortarán los servicios públicos mientras nos sangran a impuestos de todo tipo a empresas, autónomos y contribuyentes en general? La información del miércoles lo dejaba claro: la presión fiscal se ha vuelto insoportable y esta situación no podrá mantenerse durante mucho tiempo más. Vuelvo al principio: ¿a quién beneficia lo sucedido ayer? Pues eso.