Saluden al pajarito
Más de uno tendrá que buscar otro lugar para sus deslices ocasionales, no vaya a ser que, como a Byron y Cabot, la 'kiss cam' le pille con el culo al aire
Nuevas cámaras nos vigilan y lo hacen desde el aire. En la misma semana en la que una entrometida «Kiss Cam» ha sido la culpable de que todo el mundo sepa de la infidelidad de Andy Byron y Kristin Cabot, dos personas hasta ahora desconocidas y que pronto volverán a serlo, la Policía Local ha presentado su nuevo juguetito. Incorpora a su «plantilla» drones con cámaras capaces de reconocer la cara a dos kilómetros de distancia. ¿Son para evitar que se produzcan carreras ilegales de coches en San José? ¿Se utilizarán para espantar a los ruidosos y sucios estorninos que traen a muchos vecinos de cabeza? Pues no, de momento, su principal objetivo es perseguir a quienes se deshacen de los escombros de reformas ilegales así como de lavadoras estropeadas y de neumáticos pinchados en los caminos más alejados de la ciudad. Está claro que al Ayuntamiento le gustan los desafíos y está dispuesto a innovar. Nadie puede recriminarle que le falten ganas. Pero parece que ha comprado un «cañón» demasiado grande para matar pocas «moscas».
Sin ánimo de ser agorero, hay que recordar los reincidentes fracasos del Ayuntamiento en la aplicación de la tecnología. Hoy nos encontramos estrenando en todo el centro histórico unas cámaras lectoras de matrículas para el control de acceso a las zonas peatonales, pero esto es una reedición de un proyecto que no funcionó hace una década. Aunque pocos se acuerdan, en 2014 se gastaron 230.000 euros en 21 dispositivos que aunque se instalaron y pusieron en funcionamiento no llegaron a multar. Pero, bueno, Europa paga y obliga, y toca obedecer. Desde entonces, todo lo que se ha tildado de «inteligente», tanto las señales de tráfico que se iluminan y la rotonda con semáforos que cambian de color cuando detectan peatones, dan más dolores de cabeza que alegrías. Se llegó hasta pilotar el «fotorrojo» para pillar a quienes se saltasen un semáforo, pero tampoco cuajó. Lo cierto es que en esta ciudad la técnica más básica para mejorar la seguridad vial o para pillar al infractor siempre trae cola. Hasta los cepos que compró el exalcalde Julián Lanzarote para acabar con los estacionamientos indebidos duermen el sueño de los justos.
Desconozco cuánto tiempo estarán los drones sobrevolando los caminos del municipio, pero dudo que puedan hacerlo 24 horas al día. Como elemento intimidatorio para las mafias del cobre y quienes convierten los campos en escombrera puede resultar eficaz, aunque lo cierto es que el mismo efecto se conseguirá con los carteles de «saluden al pajarito» que obligatoriamente habrá que instalar para que todos los ciudadanos sepan que pueden estar siendo grabados desde el aire. Más de uno se tendrá que buscar otro lugar para sus deslices ocasionales, no vaya a ser que como al CEO de Astronomer en el concierto de 'Coldplay' le pillen con el culo al aire. No tardará tampoco en llegar la primera queja de los defensores del escarabajo pelotero o de la abubilla común que se opondrán a los drones porque interfieren en el periodo de cópula de estos u otros animales.
O se llena el cielo de cámaras voladoras o complicado va a resultar pillar a quien abandona cuatro neumáticos en El Polvorín cuando los drones vigilan Calzada de Medina o en los terrenos sin urbanizar próximos a Chamberí. Mucho más todavía si lo hace de noche. Es evidente que este tipo de aparatos cada vez se utilizan más para reforzar la seguridad de las ciudades, así que antes o después Salamanca debía sumarlos a su «plantilla» policial, aunque no estaría de más darles alguna tarea más para sacarles mayor provecho. A Adif no le vendrían mal estos vigilantes aéreos en la periferia de la capital para vigilar los robos y agresiones al vallado de seguridad de las vías o a la catenaria.