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CRUZ DE GUÍA

¿Y un Viña Helmántica?

La Aldehuela abre una vía para entrar en el circuito de festivales: 22 millones dejó el Viña Rock en un pueblo de solo 25.000 habitantes

Sábado, 12 de julio 2025, 06:00

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Reconozco que se me iluminaron los ojos cuando, hace un mes, la concejala de Festejos, Carmen Seguín, reconocía la posibilidad de que La Aldehuela se convirtiera en un recinto para conciertos de primera línea o para festivales de música. Ahora que estamos en verano y que una parte importante de mi ocio la dedico a este sector, lo vi como una gran oportunidad.

Salamanca tiene muchas ventajas para entrar en un circuito que trae consigo múltiples beneficios y, como al final todo se reduce a cifras, hablamos de importantes oportunidades económicas. Por ejemplo, el Viña Rock se despidió en mayo con 240.000 espectadores y un impacto económico de 22 millones de euros. Estamos hablando de una localidad que apenas supera los 25.000 habitantes. Vayamos a un festival más cercano: el Sonorama, en Aranda de Duero (Burgos). Se ha convertido en uno de los atractivos más importantes de Castilla y León, con un evento que promociona la localidad como destino enoturístico, además de atraer a miles de jóvenes cada año para conocer a los mejores grupos del indie español. Según la Universidad de Valladolid, el impacto directo supera los 10 millones de euros, y el indirecto es aún mayor si se cuantifica el gasto en transportes o servicios. La vecina Zamora consigue 5 millones de euros y atrae a 30.000 personas gracias al festival heavy Z! Live. Ejemplos cercanos.

¿Qué ventajas tendría La Aldehuela y Salamanca respecto a otros lugares? Primera, la elección del lugar. Este espacio, con capacidad para más de 30.000 personas en la zona donde ahora se establece el Rastro, permitiría habilitar una zona de acampada temporal en el área de los merenderos (fuera del recinto deportivo), además de contar con una ventaja respecto a otras ciudades para los que optan por una mayor comodidad: Salamanca tiene una de las ofertas hoteleras más amplias entre las ciudades medianas que acogen festivales. Tanto Aranda como Villarrobledo triplican su población durante esos días sin contar con el patrimonio cultural y arquitectónico del que dispone Salamanca, por lo que el margen de crecimiento es enorme en una posibilidad que aún no se ha explorado de forma adecuada. El Fàcyl es muchas cosas: heterogéneo, con su propio espacio y características, pero no es un festival de música que atraiga a jóvenes de toda España. Es una realidad.

Segunda, la elección de la fecha. Si se decide crear un festival, se podría aprovechar un nicho que habitualmente está desocupado: el mes de agosto, cuando no hay estudiantes ni alumnos de español en los cursos de verano.

Tercera, la situación estratégica, a tan solo veinte minutos del centro de la ciudad. La celebración de un evento de varios días de estas características puede generar un ambiente festivo en el conjunto de Salamanca con repercusión en todos los sectores: transporte, gastronomía, etc. De hecho, se podría replicar lo que ya hacen en ciudades vecinas como Aranda de Duero o Palencia, donde parte de las actuaciones se celebran durante el día en escenarios céntricos. Que le pregunten a los hoteleros palentinos que dan palmas con las orejas cuando logran un lleno absoluto, algo que ni siquiera consiguen en las fiestas de San Antolín.

La cuarta, y última, no es una razón económica. Sería una oportunidad para que los grupos salmantinos contaran con un escenario o una franja horaria en la que ser escuchados por personas atraídas por los cabezas de cártel.

Con todo ello, ¿por qué no soñar con un Viña Helmántica?

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