No somos gente
Siempre habrá quien nos prefiera gente, una masa indefinida, gris, desinformada
Ana Suárez
Sábado, 9 de noviembre 2024, 05:30
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Ana Suárez
Sábado, 9 de noviembre 2024, 05:30
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Dicen que quien se dedica a la política se aparta de la realidad y no es capaz de ponerse en los zapatos de los ciudadanos a los que representa. Pero también dicen que quienes vuelven a la vida «civil» tras tener un cargo público, no tienen mucho más que aportar a la sociedad. No estoy de acuerdo con ninguna de las dos afirmaciones.
Ese doble enfoque, de alguien que ha tenido responsabilidad en la toma de decisiones de esta ciudad, pero a la vez vive, trabaja y sueña en Salamanca como una ciudadana más, es el que me permite contemplar, horrorizada, las imágenes desoladoras que nos llegan desde la Comunidad Valenciana. En el momento de escribir estas palabras son ya 223 víctimas mortales, casi 80 desaparecidos, miles de personas sin hogar e incontables vidas rotas para siempre. Al igual que ocurrió en Salamanca con la pandemia, la sociedad ha sido un ejemplo de solidaridad desde el primer instante, cuando aún todo era caos y confusión. Pero al contrario de lo que ocurrió en Salamanca en aquellos momentos, los egos y los intereses han contribuido a aumentar el caos y la confusión en vez de aparcar diferencias para avanzar juntos en beneficio de todos.
Así que los ciudadanos hemos presenciado con estupor un baile esperpéntico de decisiones y declaraciones. Estupor que se ha transformado en rabia al sospechar que, si los gobiernos autonómicos de las comunidades afectadas y el central hubieran compartido siglas, la gestión habría sido muy diferente. Estupor que se ha transformado en vergüenza ajena al escuchar a algún dirigente político negar el cambio climático. Estupor que se ha convertido en orgullo cuando hemos visto unos Reyes aguantando con dignidad el chaparrón de barro y lágrimas.
Parece que es necesario recordar a algunos políticos, con minúscula, que quien esté pensando en estos momentos en la estrategia más beneficiosa para hacer carrera no merece el cargo que ocupa. Que lo que menos necesitan en estos momentos quienes lo han pedido todo, es presenciar un cruce de acusaciones y ocurrencias oportunistas. Y si alguien cree que es imposible dedicarse a la política y colocar al ciudadano y su bienestar en el centro de las decisiones, tengo que rebatírselo. Solo es necesario comprender que desde el alcalde del municipio más diminuto hasta el presidente de España se deben a las personas para quienes gobiernan, les hayan votado o no. Y sin embargo, parece que en muchos casos ni siquiera son conscientes de que cada una de ellas arrastra su propia historia, con sus esperanzas y sus cicatrices.
Hay una secuencia magistral de una película de 1960, El Ceniciento, en la que el gran Jerry Lewis le explica a su hado padrino la diferencia entre ser gente y ser persona. Y esa puede ser la clave. Siempre habrá quien nos prefiera gente, una masa indefinida, gris, desinformada, que puede ser utilizada sin escrúpulos. Pero dejamos de ser gente cuando abrimos los ojos, contrastamos información, la meditamos, y exponemos nuestras ideas desde el respeto a todas las demás. Ser persona, no gente, ese es mi objetivo.
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