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La distancia política que existía entre el ciudadano que toma café en el bar de debajo de su casa con el político que ni mira por la ventanilla en su coche oficial camino de su despacho se ha disparado todavía más con la tragedia de la DANA de Valencia y alrededores. La situación ya de por sí es desoladora por ver a toda esa gente que ha perdido la vida y por el dolor de haberse quedado en la calle sin nada, pero es que el ping pong político de quién tiene la culpa es más vomitivo todavía.
Que si estabas comiendo con una periodista y pusiste el modo avión en el móvil, que si la otra no sabía que existían alertas para el móvil en estos casos, que si quieren ayudas que la pidan, que si esto es competencia de las comunidades, que si no mandamos al ejército, que si espera que anuncio yo las ayudas para ponerme la medalla, que si van los Reyes sí voy a la zona cero… Delirante todo. Cómo no será la situación de desconcertante que me da la impresión que el que más está currando es el ministro de Transportes Óscar Puente. Que escriba yo esto de este señor tiene un meritazo, pero es que por lo que leo y veo tiene su bocaza cerrada y se está dedicando a trabajar para que las comunicaciones vuelvan a la normalidad. Sorprende que el ministro más polémico y que hacía las veces de perro de presa contra la derecha durante esta crisis se haya transformado en lo poco sensato que se está viendo en esta DANA. No se preocupen, que ya volverá a su estado habitual de bocachancla, pero de momento sorprende.
Ese tenis mandándose el marrón de la tragedia de Valencia a Madrid y viceversa ha llevado a los españoles al hartazgo máximo. Es lógico, que la gente tire la toalla con esto de la política. La clave de este embrollo político es que las siglas son diferentes entre Gobierno y Comunidad. ¿Qué creen que hubiera sucedido si la Comunidad Valenciana estuviera gobernada por el PSOE? Pues que en minutos estaba toda la maquinaria del Estado en marcha. No hay derecho a que los ciudadanos que han perdido todo se vean en medio de un conflicto como esos hijos que se comen con patatas un divorcio traumático de sus padres y van rebotando los fines de semana de custodia de un lado para el otro.
Insisto que esto no va de colores. Los dos integrantes de este matrimonio político tienen culpa. Carlos Mazón ha cometido todos esos errores que se estudian en las universidades de cómo afrontar comunicativamente una crisis de este calado. No le ha faltado ni uno. Tanto él como su equipo han transmitido inseguridad, improvisación, incompetencia, falta de empatía… Un desastre. Pero es que Pedro Sánchez no se ha quedado atrás politizando abriendo y cerrando el grifo de los recursos públicos a su antojo. Así se lo hicieron saber los valencianos en Paiporta.
El sentimiento del 'no nos representan' vuelve a las calles con fuerza y eso después acaba con alguien en el poder que pocos esperaban. Miren en EEUU con Donald Trump. Medios, actores, personalidades, el Gobierno y demás poderes volcados para que ganara Kamala Harris y el polémico Trump barre en las urnas. La gente se cansa y se abraza al que hable como él y el que sea cercano, aunque no sea a lo mejor el más acertado.
El agua de la DANA no solo se ha llevado vidas y ha inundado bajos y garajes, sino que la credibilidad política ha quedado bajo el fango.
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