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La Alsacia salmantina

No soy anti estas fiestas. Creo que según el momento en la vida en la que te lleguen las afrontas contento, triste o mediopensionista

Lunes, 18 de noviembre 2024, 06:00

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«¿Quién me ha robado el mes de abril? ¿Cómo pudo sucederme a mí? Pero, ¿quién me ha robado el mes de abril? Lo guardaba en el cajón. Donde guardo el corazón…» Si a Joaquín Sabina le mangaron el mes de abril, yo tengo la sensación de que me han birlado el calendario entero. Esto ya no es lo que era y las hojas con los meses y las semanas del año están alteradas.

Este fin de semana se ha dado el nuevo pistoletazo de salida a la Navidad. Sí, en este país desde hace unos años lo navideño empieza cuando Abel Caballero, alcalde de Vigo, enciende las luces de Navidad. Se han mofado de él y de su extravagancia de las luces, pero el tío rentabiliza cada bombilla que pone con un retorno brutal para su ciudad. Ande yo encendido, ríase la gente.

Falta más de un mes para la mítica cena de Nochebuena, pero los renos, luces, gnomos y demás ya andan sueltos por ahí. No voy a ser crítico con la Navidad. No soy anti ni pro estas fiestas, sino que lo que creo es que según el momento en la vida en la que te lleguen las afrontas contento, triste o mediopensionista. Estas fiestas le apetecerán bastante poco a los habitantes de las zonas afectadas por la DANA, mientras que una pareja que hayan sido padres recientemente estarán deseando celebrarlas junto a su hijo. En el término medio están los que discutirán en Nochebuena como buena familia española y a otra cosa mariposa.

Lo que sí que me llama la atención es cómo el calendario está desfigurado. Antes, cuando era pequeño, la Navidad comenzaba a aparecer en el ambiente, como muy pronto, después del puente de diciembre, y lo normal era que el arranque de todo este tema fuera la función infantil de Navidad en el colegio. Después de quitarse uno el disfraz de pastor ya sabía que comenzaba lo bueno. Cambio climático o no, ahora se colocan las luces sin abrigo largo, con temperaturas suaves y casi en manga corta. En mi casa ya hay algún cascanueces haciendo guardia hasta después de Reyes.

Esta visión de que alargamos demasiado la Navidad la tengo desde mi trabajo de periodista, pero si tuviera un comercio, lo mismo querría que durará tanto tiempo o más. Y es que es cierto que se reactivan muchos sectores con estas navidades alargadas y extensibles. El último mes y medio del año ya se ha convertido en temporada de parques y mercadillos navideños. No eres nadie en la actualidad si no tienes unos amigos que hayan ido en diciembre unos días a visitar los mercados navideños de Alsacia (Francia). Además, te lo cuentan como si fuera un pecado no haber disfrutado de aquella maravilla todavía. En Salamanca han sabido ver esta moda y han apostado fuerte por la Navidad. Anaya, el Huerto de Calixto y Melibea y demás trasladan la ilusión a grandes y mayores y la ciudad aprovecha el tirón turístico para ser la Alsacia castellano y leonesa. Gente en la calle disfrutando, gastando e ilusionándose es sinónimo de acierto. Bien visto y ejecutado.

Por cierto, qué curioso lo de Alsacia. Ha sido zona de mandobles de todos los colores entre alemanes y franceses durante muchos años por su dominio y ahora ha pasado de ser una de las causas míticas de la Segunda Guerra Mundial a representar un rincón de felicidad y de paz para toda Europa en Navidad. No, si al final vamos a tener solución como civilización. La esperanza es lo último que se pierde.

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