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A Íñigo Errejón se le ha caído la careta esa de niño repelente para mostrar al mundo algo muy distinto a esa imagen de bolchevique libertario que defendía a sus compañeras camaradas, aunque por lo que ellas mismas dicen, quería algo más que hacer un mundo justo para ellas. Pero este escándalo de Errejón ha hecho que las caretas se hayan caído en muchos sitios. Para empezar en Sumar y Más Madrid, partidos políticos que tienen por bandera el feminismo. Tania Sánchez, exdiputada de Más Madrid, admite que no quisieron «dar importancia» a la primera denuncia contra Errejón por agresión: «Nos valía la pena, era un gran valor político».
Es terrible esto. Somos los guardianes de las mujeres frente al heteropatriarcado más atroz, pero si uno de nuestros primeros espadas está denunciado e involucrado en estos escándalos, miramos para otro lado. Es motivo suficiente para que disuelva esa agrupación política. La superioridad moral de la izquierda puede llegar a cotas insospechadas.
No nos engañemos. Su salida de la política ha sido obligada y orquestada por otros enemigos del espectro zurdo ideológico. Esta polémica también está poniendo de manifiesto la realidad cainita que vive la izquierda. Por cierto, si Errejón estuviera en un partido de la derecha, este fin de semana no se hubiera podido circular por ninguna gran ciudad española por las cientos de manifestaciones feministas para condenar este escándalo. Qué pena que la calle sea un escenario para una expresión libre de la sociedad solo cuando interesa.
Insisto que Íñigo Errejón se ha caído con todo el equipo, pero si es verdad que tiene esas adiciones al sexo y a las drogas no deja de ser un enfermo. Pero es que su patinazo moral ha hecho tambalear a los creadores del más temido cuerpo policial que existe en este país desde hace 15 años que no es otro que la policía moral surgida del 'soviets' de la Complutense. Nos engañaron como país. Evidentemente, a uno que firma este artículo no le han timado estos estafadores. He cometido multitud de estupideces y errores en mi vida, pero nunca del calado de votar a estos libertarios de botellón en el parque.
No saben hacer leyes y sueltan violadores a la calle, persiguen la propiedad privada desde casoplones en Galapagar, demonizan a la policía, pero después los necesitan para tener escolta hasta para ir a comprar el pan y cantan la internacional sabiendo que eso les acerca más a las prostitutas, las mariscadas y las drogas. Si es que no se obsesionaron con la casta para acabar con ella, sino que lo que querían era que les dejasen entrar en ese selecto club. Nos dijeron que tomaría el cielo al asalto, pero no qué harían por el camino.
No obstante, el peor error fue el del PSOE, que viendo que se les acababa su monopolio de la izquierda en España, les abrieron las puertas de las instituciones y giraron su hoja de ruta a ser más radicales que ellos para que nos les quitaran votos. Desde entonces, el partido democrático y de Estado que era el PSOE ha caído en una caricatura vendida para gobernar a cuatro perroflautas que fundaron un partido para todo menos para hacer una sociedad mejor.
De todos modos, esto nos lo lleva advirtiendo ese pozo de sabiduría que es el refranero español con frases como 'consejos vendo que para mi no tengo' o 'líbrame de los mansos, que de los bravos ya me libro yo'. Más confiar en nuestra tradición oral y menos en jetas bolivarianos y soviéticos que nos la han metido doblada.
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