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Hubo un tiempo en el que abrías los periódicos y te encontrabas con la noticia de un avistamiento OVNI casi a diario. El doctor Jiménez del Oso y el escritor J.J. Benítez tenían legiones de seguidores frikis de la época, parecidos a los que ahora se pegan a la pantalla del televisor para ver el “Cuarto Milenio” de Iker Jiménez.
En aquellos años setenta hubo casos muy populares en Salamanca. Como el de Maximiliano Iglesias, un joven transportista de Lagunilla que aseguró haber visto un OVNI cuando volvía de visitar a su novia en Pinedas. A apenas un kilómetro de Valdehijaderos, vio una potente luz que provenía “de un extraño artefacto que era como un plato puesto encima de otro, grande y redondeado” y que describió “como una nave”, de la que salieron dos personas o figuras que se dirigieron hacia él. Maxi huyó despavorido en dirección a Horcajo campo a través. Los alienígenas lo siguieron e incluso corrían más que él. Según contó asustado a la Guardia Civil, pudo esquivarlos escondiéndose en una zanja llena de barro. Los agentes siguen buscando todavía a los primos de E.T.
En pleno siglo XXI estamos acostumbrados a ver este tipo de sucesos. Pero en las películas de ciencia ficción. Sin embargo, días después de haber abatido un supuesto globo espía chino, llega el Pentágono y convoca una rueda de prensa con la que pretende aclarar las apariciones de objetos voladores no identificados en los cielos de Estados Unidos y Canadá. Y, lejos de hacerlo, uno de sus generales de la Fuerza Aérea responde a un periodista que no descarta que puedan ser extraterrestres. Toma ya.
Por el firmamento patrio sobrevuela últimamente otro extraño fenómeno. Se llama Ramón Tamames y, a falta de unos meses para llegar a los 90 años, cavila si encabezar la moción de censura contra Pedro Sánchez de la mano de Vox. Él, un economista de prestigio que fue miembro del Partido Comunista, que participó en la fundación de Izquierda Unida y que viró hacia posiciones más conservadoras uniéndose al CDS de Adolfo Suárez, duda ahora si protagonizar esta astracanada fruto de la retorcida mente de Santiago Abascal. Confiemos en que este globo, que le está divirtiendo sobremanera, se desinfle de inmediato y conserve su merecido prestigio.
Y en el cielo de Salamanca también se han divisado fenómenos paranormales de un tiempo a esta parte. Quizá por eso el ayuntamiento de Alba de Tormes se ha apresurado a instalar el primer mirador astronómico de la provincia. Aunque no creo que los telescopios que se coloquen en el teso de la ermita de la virgen de Otero capten los encuentros en la tercera fase que estamos viviendo en la política local.
Todo empezó con un congreso, al que asistieron inversores -algunos de ellos vestidos de túnica blanca como tarjeta de visita-, en el que se vendió que Salamanca se iba a convertir en la pequeña Dubai. Molaba, aunque solo fuera un sueño. El problema vino cuando de una tontería -la supuesta tarjeta falsa de un jeque-, comenzó a hurgarse en cómo se gestó este encuentro y se terminó descubriendo que el asesor municipal que organizó el célebre Peace City World había falsificado su currículum para trabajar en la Sociedad de Turismo. Todas las miradas fueron a parar hacia su presidente, el concejal de Ciudadanos Fernando Castaño, amigo íntimo del farsante, y a quien ayer el alcalde destituyó de sus funciones sin bien explicar el motivo.
Así que, en vísperas de elecciones municipales, nos encontramos con una crisis de gobierno por un culebrón que entre unos y otros no dejan de alimentar. Se están pasando de castaño oscuro.
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