Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Pues sí, en estos días recorriendo la provincia, haciendo realidad el segundo Raid Solidario de Proyecto Hombre, que este año está estrechamente ligado a esa realidad tan cruda y dura de nuestro mundo rural, uno toma conciencia de muchas cosas. Sin duda alguna, salvando diferencias, hay un paralelismo de fondo entre las personas con adicciones y nuestros pueblos. Unos y otros han vivido o viven el abandono, la soledad, la indiferencia, el desprecio y hasta el olvido, la soledad y la angustia. Todo ello aderezado con la incertidumbre e incluso el miedo de no saber qué futuro espera a unos y otros. Así de triste, así de duro y así de real. Lo que no tengo claro, y ahora me vuelco con la realidad rural, es si nuestra España está vaciada o simplemente es una España sin: sin recursos, sin oportunidades, sin medios, sin médico, sin farmacia, sin colegio, sin tienda, sin bar, sin iglesia, sin niños, sin esperanza, sin futuro,... No lo sé pero, viviendo y sintiendo la realidad rural, estoy cada vez más convencido de que no es España la vaciada, sino el ser humano. Un vacío difícil de llenar porque si algo nos está faltando cada vez más es tiempo. No tenemos tiempo, o mejor dicho, tenemos el tiempo justo para todo, tenemos el tiempo muy ocupado, no nos da tiempo a nada. Me tacharán de lo que quieran pero antes no teníamos casi nada y había tiempo para todo, hoy tenemos de casi todo y no hay tiempo para nada. Hoy nuestro afán de progreso, la competitividad de nuestra vida, tantos haberes y deberes, hacen que nos pasemos de revoluciones. Vivimos demasiado acelerados en una especie de sinrazón donde no hay tiempo ni ganas para pensar y menos para sentir.

Recorrer nuestros pueblos y reencontrarte con la humanidad desbordante que fluye en los rostros, unos arrugados, otros desdentados, pero todos agradecidos, resulta emotivo a la par que entrañable. La acogida ilusionada de la alcaldesa de Topas y la de todos los alcaldes con los que coincidimos en Alaraz, Larrodrigo,... motivan a seguir creyendo que el mundo rural, aunque agonice y muchos estén deseando darle la extrema unción, no necesariamente está condenado a muerte. La tarea no es fácil pero tampoco imposible, depende de nosotros. La vuelta al pueblo no puede ser por obligación o por necesidad, tampoco porque nos sale más barato. Cuando creamos y entendamos que otro estilo de vida es posible y además necesario, entonces el abuelo Paco a sus 90 años, en Salmoral, no lamentará que el bar solo abra dos días. Ni la abuela de Cepeda se asomará a la ventana ansiando compartir conversación con unos desconocidos. Marce y Montse, en el único bar de Saelices el Chico, continuarán con la misma ilusión y las mismas ganas haciendo lo que siempre han hecho, pelear por lo suyo, su pueblo y su gente. Almas como estas o como las de los sacerdotes de Valdecarros, Fuenterroble, Serradilla del Arroyo, Saelices el Chico y todos los que humilde y sencillamente lo dan todo, nos recuerdan que no podemos tirar la toalla.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios