Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Ya es Navidad y estamos sin Gobierno. No exagero. La semana pasada tuve una de esas sensaciones raras que me asaltan algunos días del año, porque comencé a ver en los escaparates de las tiendas el avance de la moda de otoño-invierno de la próxima temporada. Ya caminaba lentamente, debido a que el calor apretaba de lo lindo, por una de las calles del barrio de Salamanca en Madrid, cuando, de pronto, me empezaron a entrar unos sudores fríos al contemplar expuestos los abrigos, chaquetones, jerséis, bufandas, pantalones de pana y botas. ¡No puede ser!, pensé, pero vaya que si lo era. No se trataba de un espejismo, como el que cuentan que tienen los expedicionarios perdidos en el desierto, porque allí estaban todas esas prendas más propias de las fechas prenavideñas que de ahora. Y es que ver todo eso durante estos días de la segunda quincena de julio, en los que se alcanzan las temperaturas más altas de todo el año, tiene su “aquel”.

La cosa no terminó ahí, porque poco después encaminé mis pasos hasta una administración de lotería para echar el Euromillones (tengo una cierta afición a este juego por aquello de la cosa europea) y ¡vaya por Dios! allí me di de bruces con la cristalera donde habían pegado el cartel anunciando que ya estaban disponibles las series, billetes y décimos correspondientes al Sorteo de Navidad. No es una novedad porque todos los años se produce el mismo hecho, pero no deja de llamarme la atención que se puedan comprar cinco meses y medio antes de la fecha en la que sale “El Gordo”. Ya sé que se trata de una cuestión de marketing pensando en todos aquellos que van a disfrutar sus vacaciones a un lugar determinado, al que luego no vuelven, y se pueden llevar así un “decimito” para casa. Pero es que, aunque tenga su explicación y suceda todos los años, no deja de producirme un cierto escalofrío el que, cuando acabamos de comenzar la segunda mitad del año, ya tengamos la sensación de estar en Navidad.

Y me dio por pensar en la precipitación con la que vivimos, salvo en lo relativo a formar Gobierno. Y, dándole al magín, me trasladé a la Navidad y a que seguíamos sin Ejecutivo. Imaginemos que finalmente hay elecciones el 10 de noviembre; a la vista de los plazos, y suponiendo que fuese más fácil la sesión de investidura, no sería factible que hubiese nuevo presidente antes de Reyes.

¿Será posible?, pensé, y vaya si lo es. Me veo en enero, en plena ola de frío, con los escaparates anunciando la moda de primavera verano, mientras fuera las temperaturas están bajo cero, con una nueva investidura a vueltas, y me entran otra vez los sudores fríos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios