En el próximo capítulo...
El martes venidero, una Comunidad Autónoma uniprovincial de la Submeseta Sur elige a los diputados de su parlamento. La cita es importante porque, en esta ... España nuestra tan descentralizada, la mayor parte de las carreteras, los ferrocarriles y los aviones pasan por su capital. A veces pienso que el Atleti hizo la mudanza para que los cruceros surcaran las aguas del Manzanares y los turistas se hicieran selfies con las gaviotas reidoras.
La relevancia que los medios dan a estas elecciones no se corresponde con la calidad del debate. Como en los realities, la audiencia se dispara cuando los contendientes saltan a la arena y se sacan los ojos. El nivel es detestable. Se llama “mantenido” a quien hace cola ante un comedor social, o se invoca el sagrado nombre de la libertad al hablar de la apertura de los bares que los comunistas quieren cerrar en tiempos de pandemia. Los extremos soflaman al respetable y reciben adoquines procedentes de la provocación mutua. Por este camino, hasta el Ecce Homo de Borja merecerá entrar por derecho propio en los tratados de historia del arte.
Hace más de cuarenta años, nuestra Constitución encomendó a los partidos políticos la tarea de expresar la voluntad popular. Responsables de tan grave misión, preocupa que el 90% de los españoles –dice el último Eurobarómetro– desconfíe hoy de ellos. Esta cifra preocupa, pero no extraña e incluso tranquiliza, por paradójico que parezca, pues más inquietud produciría la adhesión del ciudadano a tanta ordinariez. Sin embargo, no seamos optimistas: la mayor parte de los mortales reniega de esos realities, pero siguen siendo los programas más populares.
En la actualidad, los partidos políticos son avasalladoras estructuras orientadas al acaparamiento del poder que no están programadas para llevar la voz de la ciudadanía a las instituciones. Carecen de toda clase de coherencia y su argumento básico consiste en denigrar al contrario para sustituirlo, valiéndose de un electorado irreflexivo que se ve asfixiado por tanta falsedad que circula en las redes. Ni la peor de las crisis vividas desde la Guerra Civil ha servido para que recapaciten.
Que alguien restaure mi dignidad como votante postmoderno enviándome un paquete anónimo cargado de Peta Zetas. ¡Aún mejor que estar aforado!
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión