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Me imagino a Luis Planas, bien repanchingado en su sillón ministerial, riéndose a mandíbula batiente de las tractoradas de los últimos días; eso durante los intervalos que le dejan sus múltiples intervenciones para repetir lo mismo: que va a modificar la Ley de la Cadena Agroalimentaria. Es la primera vez en este siglo que hay unas protestas del campo español tan masivas y es la primera vez, también en este siglo, que el Gobierno de turno somete a una operación de toreo tan sistemática y burda al conjunto del sector agrario y a sus representantes. Me imagino a Pedro Sánchez, a Iván Redondo, jefe del Gobierno en la sombra, y al susodicho Planas, disfrutando con el éxito de su estrategia para desviar la atención, poniendo el foco del problema agrario sobre los precios que perciben los agricultores y ganaderos por sus productos y haciendo recaer la culpabilidad sobre las cadenas de distribución.

Tres semanas después de que comenzasen las protestas y tractoradas, estas parecen haberse convertido ya en algo habitual en el paisaje mediático, con el riesgo que eso supone de desgaste. Y tres semanas después de las primeras manifestaciones, el Gobierno no ha presentado una sola medida concreta o ayuda en respuesta a las peticiones de los agricultores y ganaderos. Tan solo hay buenas palabras y promesas. Siguen algunos ejemplos de actuaciones que podría adoptar el Gobierno de Sánchez de un día para otro: si la subida del Salario Mínimo Interprofesional es innegociable, se podrían aprobar rebajas en las cuotas de la Seguridad Social para los autónomos y empresas agrarias; también se podrían decidir de un día para otro cambios en el sistema de tarifas eléctricas para riego, que obligan a contratar la potencia máxima durante todo el año, aunque esta solo se utilice durante un par de meses; por último, y sin ser exhaustivo, el Ejecutivo podría rebajar la carga fiscal de los carburantes para usos agrícolas y ganaderos. Con esas tres medidas, que, insisto, el Gobierno puede adoptar de un día para otro, si tiene voluntad política para ello, se metería un buen porrón de dinero, o se evitaría que saliese, del bolsillo de los agricultores y ganaderos.

Se actuaría así sobre los costes de producción, factor clave en la rentabilidad de las explotaciones agrarias. Pero, claro, aprobar estas medidas supone que el Gobierno debe mojarse y es mucho más fácil repartir palabras y promesas, vacías de dinero, y cargar la culpa sobre terceros, que asumir responsabilidades. En resumen, que tres semanas después de iniciarse la gran tractorada, sigue la gran faena de toreo protagonizada por los diestros Pedro Sánchez, Iván Redondo y Luis Planas a la muy acreditada ganadería del campo español. ¿Resultarán cogidos los tres diestros?

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