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Dicen que nadie muere del todo mientras es recordado. O, dicho al revés, que no morimos hasta que la gente nos olvida. Esa idea es algo que siempre me ha gustado, que siempre me ha llamado la atención. Quizá por eso suelo contar historias y anécdotas de mis dos abuelos a mis amigos, pudiendo llegar a ser algo o muy pesado (lo siento). Con esa misma idea Disney creó la película Coco (soy muy fan de Disney), los muertos morían (valga la redundancia) cuando los vivos dejaban de acordarse de ellos. Algo mal debes haber hecho, si al dejar este mundo nadie recuerda nada tuyo, si has pasado por la vida de puntillas, sin pena ni gloria, sin marcar algo o a alguien.

El hecho de ser recordado es algo que ha obsesionado al ser humano desde sus inicios. Siempre he pensado que las pinturas rupestres eran, en cierto modo, una forma de demostrar que habían estado ahí para las futuras generaciones. Un “I was here” de muchos años atrás. Y claro, cuanto mayor es el ego, mayores son las ganas (pudiendo rayar en obsesión) de que la historia reserve un capítulo para uno mismo. Si añadimos esta necesidad de la que estamos hablando, al hecho de haberse autoproclamado el primer emperador de China (ego, ego, ego) la conclusión lógica es hacerse enterrar con más de ocho mil soldados de terracota.

Me refiero a Qin Shi Huang y su impresionante ejército de barro encontrado por unos campesinos de casualidad, como las cuevas de Altamira, porque siempre digo, que las mejores cosas en la vida pasan así, de casualidad.

Realmente creo que aún nos queda mucho por descubrir, que aún podemos encontrar otra cueva, o similar, con alguna maravilla escondida y esperando ser descubierta, porque, seguro, que hubo más personajes que, igual que Qin Shi Huang, quisieron dejar su huella en la historia, pero aún no lo sabemos. Porque no podemos, ni debemos, perder nuestra capacidad de asombrarnos.

Para aquellos que no piensen en ir a ver este ejército en su ubicación original (China), o para los que quieran hacerse una primera impresión antes de ir a verlo, la exposición de “Terracota Warriors” que se encuentra en San Boal es una buena idea. Un plan interesante de cara al fin de semana.

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