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El deterioro de la separación de poderes

Domingo, 6 de noviembre 2022, 04:00

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En su momento (1985), el PSOE, con 202 diputados, promovió una ley que cambió el sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial, apartando en buena medida a los jueces del centro de decisión de su cúpula. Fue una decisión arriesgada, que estuvo marcada por la desconfianza que provocaba en la izquierda el grueso de la judicatura, pues la mayoría de aquellos jueces habían alcanzado su puesto en tiempos del franquismo.

Aquella ley impuso –nos lo ha recordado Juan Claudio de Ramón - la parlamentarización total de la elección del CGPJ, violentando el artículo 122.3 de la Carta Magna. El Tribunal Constitucional hizo una de sus primeras vistas gordas, cuidándose de señalar que si la designación parlamentaria derivaba en prorrateo partidista se incurriría en inconstitucionalidad. Y es ese prorrateo lo que ha ocurrido, saltándose la recomendación del Constitucional y destrozando la separación de poderes.

Son las Cortes Generales quienes designan a los miembros del órgano de gobierno de los jueces. Concretamente hay un artículo en la norma que reza así: “Los Presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado deberán adoptar las medidas necesarias para que la renovación del Consejo se produzca en plazo”. Por lo tanto, no hay que darle muchas vueltas: quien incumple no es el PP, sino el Poder Legislativo.

Y yo me pregunto: ¿sabe alguien lo que han hecho para resolver el problema Meritxel Batet (presidenta del Congreso) o Ander Gil (presidente del Senado)? Yo sí lo sé: no han hecho absolutamente nada y ambos se han comportado como los que son: dos fieles servidores del sanchismo reinante que se niegan a ejercer como presidentes de otro poder independiente, el Legislativo.

Lo que ha pasado es bastante sencillo de explicar: los partidos lo han invadido todo, y ahora más que nunca. Como resultado, el actual Gobierno y sus socios, antiespañoles y contrarios a la Constitución, no amenazan sólo la independencia judicial, apuntan, sobre todo, al Tribunal Constitucional. En efecto, el problema no está en el Consejo General del Poder Judicial sino en la renovación del Tribunal Constitucional que, de caer en manos de Sánchez, los separatistas aplaudirán hasta con las orejas.

La hipótesis del destrozo que le espera al Constitucional viene precedida de unos síntomas muy claros: Indultos para los golpistas catalanes, liberación de presos etarras y reducción de la pena por las sediciones.

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