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Entiéndese por book un portafolio o un libro. Podríamos decir, entre otras cosas, que es una manera de hacer visible tu experiencia a la hora de ponerte en valor. Mira tú por dónde que ha saltado a la luz pública al terreno de juego de nuestras redes sociales, cada vez más insociables, insaciables e intratables, insolidarias e injustas, muchas veces injuriosas a la par que insultantes, ignominiosas, insolentes, insidiosas... Ha aparecido en este escenario un book absurdo que ya ha recorrido medio mundo, me consta que ha llegado hasta Australia. En él aparecen reflejadas una serie de personas cuya actitud ante la vida no ha sido la más adecuada y parece que deja mucho que desear. Los delincuentes más “notables” a las orillas del Tormes o más allá. Como diría alguno de ellos: “¡Ay válgame el Señó!” Mire usté señó Manolo, don cura párroco, que yo ya no soy ese, que cambiao mucho”. Y lo bueno es que es verdad, aunque muchos no lo crean y quieran continuar haciendo leña del árbol caído. Arrepentidos los quiere Dios, pero los humanos parece que no lo tenemos tan claro. No tiene desperdicio el book ni la mano inocente que lo ha hecho público. Es evidente que las fotos son de antes de la pandemia, pero de la de 1919 porque años ya tienen unos pocos las fotos en cuestión. Los allí reseñados han madurado, envejecido o, en el peor de los casos, aunque suene mal algunos están criando malvas, ya sé que muchos se alegran (triste y lamentable) Algunos otros han encontrado esperanza, presente y futuro rehaciendo su vida con mucho esfuerzo y tesón, queriendo amortizar su culpa y tratando de agradecer la nueva oportunidad aprovechando el tiempo.

Son sin duda alguna, estos últimos, los peor parados por el lamentable e inoportuno desliz que alguien ha cometido sin querer, eso quiero creer, de manera inconsciente y desafortunada. Llegados a este punto hemos de preguntarnos si es posible presumir de solidarios cuando acontecen situaciones como estas, en las que unos se enorgullecen, otros se ensañan, algunos bromean y unos pocos se avergüenzan. No sé si, unos por acción y otros por omisión, todos tendríamos que entonar el mea culpa y al lavarnos las manos con el gel hidroalcohólico recitar eso de “lava me, Domine, ab iniquitáte mea, et a peccáto meo munda me”, “lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado”. No sé si lo serán, pero a mí me lo parece, pues jugar con las miserias humanas y ajenas cuando menos es de mal gusto. No eximo de la culpa pues creo que las consecuencias hay que asumirlas. Ahora bien, la exigencia no está reñida con el cariño y “quién esté libre de culpa que tire la primera piedra”. Ya demasiado rotas están algunas vidas como para que, desde la hipocresía, las hagamos añicos. Hay mucho y muy bueno para compartir, dejemos lo absurdo y pongamos en valor al ser humano por encima de todo.

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