Desde la burbuja (y otros temazos)

Días atrás, saltó la alarma en la concentración de Las Rozas. Un positivo por covid activó la polémica sobre la protección de nuestros campeones. Comenzaron a evaluarse los riesgos inherentes a la situación: que si podemos quedarnos fuera de la Eurocopa, que si esos mozalbetes representan la quintaesencia de los valores celtibéricos, que si está en juego la imagen de España, etc. Entonces fue cuando el Gobierno pensó que habría que trasladar la decisión al Consejo Interterritorial, y luego cuando las Comunidades Autónomas le dijeron al Gobierno que hiciese lo que le viniese en gana. Una operación política de vanguardia, fruto de la articulación de tres Ministerios, permitió que nuestros seleccionados escapasen del estricto protocolo para que la mismísima sanidad militar les inocule las dosis.

Todo parecía controlado cuando, de pronto, aparecieron los típicos impertinentes que siempre tienen un problema para cada solución. Si inyectamos hoy viernes a los seleccionados, ¿es cierto que las vacunas no comenzarán a proteger hasta que juguemos el día 23 con Eslovaquia? ¿Sufrirán los jugadores esos frecuentes efectos secundarios? ¿Deberá administrarse una segunda dosis cuando estemos en cuartos, si llegamos? ¿No se alcanzarán los plenos efectos hasta que acabe el campeonato? ¿Y si les ponemos esa otra vacuna de una sola dosis que, además, no pica en los ojos? Con demasiada frecuencia parece que las noticias las ofrece el mismísimo –y enorme– Tony Leblanc, vestido de astronauta.

A propósito de astronautas, debemos estar atentos, porque dicen que el Ministro de Ciencia e Innovación está a punto de ofrecer una rueda de prensa para informar de las ayudas millonarias a nuestros investigadores y de los avances de la vacuna española. Será un año de estos. Y voy a ver el periódico, que quiero saber qué jóvenes carrozas serán vacunados esta semana en Salamanca.