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Desconciertos y despropósitos

Domingo, 4 de diciembre 2022, 04:00

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Da la impresión de que estamos viviendo en un mundo al revés, un trasmundo de locos en el que una perplejidad supera a otra. Pero ¿es que andamos mal de la chaveta? Si un okupa jeta se mete en casa ajena ¿no es de locos tener que pagarle los gastos de comunidad, agua, luz, gas y hasta darle dinero para gastos si lo pidiera? ¿Qué hay de malo en que, de grado o por fuerza, se le ponga rápidamente en la calle y se le obligue a correr con los desperfectos? Si un par de zumbados se pegan al marco de un cuadro, ¿por qué no se les deja allí hasta que el superglue deje de surtir efecto? Sería un aliciente extra para visitar el museo: la performance del ecovándalo, podría titularse la escena. Si como consecuencia de una ley mal redactada que beneficia al delincuente la reacción oficial es sostenella y no enmendalla, ¿a qué viene tanta cabezonería en vez de poner todos los medios para defender a las víctimas ante posibles agresiones futuras?

Escribía yo hace ya año y medio que los indultos/insultos solo servirían para que el Gobierno se fuera chamuscando un poco más. Que no espere gratitud alguna por parte de los indultados a la carta. Me refiero a los artífices del golpe de Estado en Cataluña. Su espíritu cerril no admite flaquezas. O todo o nada. Pues todo, qué le vamos a hacer. Malversación incluida si necesario fuese, porque el dinero, como es de todos, no es de nadie, y los ex sediciosos seguirán necesitando fuentes de financiación para sus futuras trapisondas.

Nos movemos entre sabios (los menos) y necios (los más), entre el desaliento y la conformidad, entre el desconcierto y la resignación, entre el desánimo y el cabreo. Los sabios suelen obrar con prudencia; los necios con altanería y arrogancia. Hay mucha ganapanería, demasiado fatuo que quiere pasar a la historia, ignaros que salen por la tele y pontifican con previsibles y reiterados argumentarios no siempre exentos de bullas y pullas (a falta de puyas que blandir) a mitad de camino entre telerrealidad y telebasura, entre la genialidad y la genitalidad. Es el poder de lo vulgar. A palabras necias, máximas audiencias. Y la TV pública abarraganada al servicio del Gobierno de turno. Especialmente ahora que huele a elecciones y se politiza la justicia de forma vergonzante. Menudearán en las cadenas los enjuagues, las entrevistas pactadas, el show business electoral. Todo sea por la dictadura del pensamiento único. Quien se desvíe tendrá que hacer profesión de fe, retractación, compunción y propósito de la enmienda si quiere salir en la foto. Cruel sino el de los tibios, a quienes “vomitaré de mi boca” (Apocalipsis). Entre tanto despropósito, tanto guisandero sin sustancia y tanto tontolaba, los ciudadanos seguimos perplejos, desconcertados, asqueados. El voto será nuestra dulce venganza.

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