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El invierno ha llegado con fuerza este mes de enero y con él las temidas infecciones respiratorias que han colapsado las Urgencias del Hospital de Salamanca. Están desbordados y ya no lo pueden ocultar. Solo hay que darse una vuelta por la puerta del centro sanitario para escuchar todo tipo de historias, a cual más sobrecogedora.

Quien más y quien menos ha tenido una mala experiencia con el Servicio de Urgencias o conoce a algún familiar o amigo que le ha contado sus peripecias en el Hospital a lo largo de los últimos meses.

Ocho horas, desde media mañana hasta casi entrada la noche tuvo que aguantar un familiar cercano para que le diagnosticaran un quiste de Baker. Fue un día de diario, así que esta persona no acudió directamente a Urgencias, sino que fue a su médico de Atención Primaria que, tras dudar de que este paciente pudiera tener un trombo en la pierna, le derivó a Urgencias del Hospital. Fue llegar y en poco tiempo ya le estaban haciendo el conocido como triaje médico, que es el proceso por el que se establece la gravedad de las urgencias que llegan a este servicio.

Lo peor estaba por llegar. Con unos fuertes dolores en la rodilla, esta persona tuvo que esperar horas y horas sentada en una silla de la sala de espera sin recibir ninguna información. Sin comer, sin calmantes y con el miedo en el cuerpo ya que no sabía qué le podía estar pasando aguantó estoicamente a que llegara un especialista de Traumatología que le pudiera atender.

En todo ese tiempo la única respuesta que recibió por parte del personal del servicio fue que los traumatólogos estaban ocupados con las consultas, intervenciones y otras urgencias, así que tenía que esperar.

Ocho horas después por fin fue atendida y, aunque el pronóstico no fue tan grave como esperaba, los dolores, como se pueden imaginar, fueron en aumento hora tras hora de espera, y cuando salió de allí apenas se podía tener en pie.

Este es solo un ejemplo, pero se producen situaciones similares a esta cada día en el Hospital de Salamanca.

Quiero pensar que la culpa no es de los profesionales sanitarios, creo que en la mayoría de los casos están desbordados y hacen todo lo posible por atender adecuadamente a sus pacientes, aunque siempre hay excepciones claro, pero desde luego los gestores fallan. ¿Es normal que una persona mayor pase la noche entera en una silla porque no hay camas para su ingreso en el Hospital?

De acuerdo que estamos ante un pico de enfermedades infecciosas que ha complicado, y mucho, la correcta atención a los pacientes, pero no quiero imaginarme la noche que habrán pasado algunas personas mayores con fiebre y malestar en una silla o, con suerte, en una camilla. Es vergonzoso se mire por donde se mire. Las Urgencias de nuestro flamante Hospital, en el que se respira modernidad por los cuatro costados, están al límite.

No se puede mirar a otro lado o escudarse en la gripe, la bronquitis o la laringitis. Esta misma semana trabajadores de Urgencias criticaron a la Gerencia del Hospital por tener una planta polivalente cerrada.

Otra cuestión es la falta de personal que en fechas como estas, donde aumentan las urgencias por enfermedades respiratorias, se aprecia más la falta de especialistas y otros trabajadores, pero lo que está claro es que los pacientes no tienen la culpa y no deberían pagar las consecuencias.

Ojalá pase pronto el frío invernal, aunque después llegarán las alergias o quizás algún brote de otra enfermedad. Esperemos que ninguna de ellas sirva como excusa para que nadie tenga que pasar la noche en una silla del Hospital.

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