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Antídoto

Lunes, 15 de agosto 2022, 05:00

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Las reformas educativas de las últimas décadas componen en conjunto un gradual trasvase de la responsabilidad formativa desde los colegios hasta las familias. En la ... medida en la que en el colegio se deja de leer a los clásicos o se extirpan siglos del programa de la asignatura de Historia, recae sobre los doloridos hombros de los padres la tarea de acercar a las siguientes generaciones a las más virtuosas huellas de lo que fuimos y, por tanto, de lo que somos. Ninguno de los sucesivos ministros de Educación, al fin y al cabo, seguirá a nuestros hijos hasta el borde del precipicio ante el que se encontrarán al terminar los estudios, que es la vida, cuando lo que verdaderamente cuenta no es ya la nota, ni el títulito, sino las herramientas y recursos que pudieron atesorar y hacer suyos durante los irrecuperables años escolares. Los que sí seguiremos ahí seremos nosotros, pase lo que pase, y ese es el motivo por el que tan a menudo tratamos de huir del sistema educativo público como alma que lleva el diablo. La mayoría, sin embargo, no nos lo podemos permitir. Y solo nos queda, como padres, asumir el papel de sustituto, pergeñar estrategias de aproximación a obras imprescindibles de nuestra historia, aprovechar los ratos de ocio y vacaciones para propiciar encuentros de los chicos con el saber, para establecer conexiones entre nuestros hijos y la cultura, vínculos que después ellos puedan desarrollar por sí mismos.

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