La contracrónica del Utebo – Unionistas: La gran victoria de Llácer
Cuando el autobús de Unionistas puso rumbo a Atocha —primero de los tres trasbordos que tuvo que hacer este miércoles el conjunto blanquinegro para llegar a Utebo—, Llácer casi que lo agradeció; pese a la tortura que le está suponiendo jugar a su equipo a domicilio esta temporada. Al preparador blanquinegro el martes se le había empalmado con el amanecer del día 30 sin pegar ojo y tan sólo el mero hecho de poder sentarse le supuso un alivio. «Uf», o algo así.
El sueño robado en esta ocasión no vino provocado por un partido rándom al que sacarle jugo ni uno antiguo del rival sobre el que estrujar la estrategia; en esta ocasión la preocupación de Llácer estaba en casa: lo que le llegaba con interferencias del Quart de Poblet, de su pueblo, no eran buenas noticas con los primeros desaparecidos ya abriendo todos los espacios informativos.
Las calles, incluida la suya, habían comenzado a anegarse de agua, de barro, de incertidumbre atrapada en ese rugido del averno que llevan consigo las riadas. Y el móvil, de WhatsApp: del «me toca pasar la noche en el coche», de amigos, al «estamos bien» de sus padres que reconforta... pero no deja dormir. ¿Seguro que bien? Sí, sí, sí. Y así hasta que el amanecer puso claridad a un escenario desolador en el que ya se empezó a ver la magnitud de la tragedia y de que su familia, sus amigos y también los de Edgar Ponce, que había vivido lo mismo, estuvieran bien. Esa fue la gran victoria de este miércoles.
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